Por Atawallpa Oviedo Freire (*)
«Todo proyecto de cambio estructural o fundacional que se quiera hacer sobre un sistema resulta complejo y difícil. Desmontar algo no es sencillo y peor pretender hacerlo desde adentro y desde arriba. Es decir, la idea de la toma del poder, que se plantea como el camino para que el Estado proceda a hacer los cambios, no ha sucedido en ninguna parte del mundo.
En las experiencias del Buen Vivir -tanto de los gobiernos de Rafael Correa, en Ecuador, como de Evo Morales, en Bolivia- finalmente no se hizo nada, salvo tergiversar el concepto. Se vieron imposibilitados de poder llevarlo a cabo, y además fueron gobiernos corruptos y controlados al interior por una serie de mafias.
«En las experiencias del Buen Vivir -tanto de los gobiernos de Rafael Correa, en Ecuador, como de Evo Morales, en Bolivia- finalmente no se hizo nada, salvo tergiversar el concepto».
Querer fortificar el Estado, consolidarlo y generar nuevas formas de dependencia nos conducen a un Estadocentrismo idolátrico que a la final no permite realizar cambios.
La introducción del Buen Vivir / Vivir Bien en las constituciones de Ecuador y Bolivia también generó muchos sueños y utopías. La ilusión de abrir un camino para construir otros estados y otros países quedó como letra muerta, especialmente en el Ecuador.
Ahora los progresistas ya ni siquiera mencionan el Buen Vivir, demostrando con ello que solo se trató de un aprovechamiento novelero y que una vez dejada atrás la fiebre del poder todo quedó en el baúl de los recuerdos, en otra de las modas de la izquierda.

En Bolivia, por ejemplo, fue tan solo una manipulación de lo indígena para alzarse con el poder, pues siguieron manteniendo las mismas prácticas extractivistas, a pretexto de que había que construir las bases para el socialismo; es decir, no eran las bases para reconstruir o profundizar el Buen Vivir. Este último fue tan solo visto como un modelo de desarrollo que abriría el camino para construir el capitalismo de izquierda o socialismo, el que -según se decía- sentaría las bases para la construcción de un tal comunismo.
Este mismo peligro puede pasar actualmente en Chile, en donde algunos representantes de pueblos originarios impulsan la introducción del Buen Vivir en la nueva Constitución. Surge una gran pregunta: ¿Estarán ellos conscientes de que todo lo que entra al Estado en última instancia queda burocratizado, instrumentalizado, cosificado, y que a la final no pasa nada?
No sabemos cómo van a hacer los constitucionalistas mapuche o de otros pueblos originarios para que el Buen Vivir no quede como otro elemento folclórico indigenista dentro de la Constitución. No sé si han estudiado los casos boliviano y ecuatoriano para no repetir los mismos errores y que a la final todo quede como meras utopías irreales. O para que luego se burlen del Buen Vivir, como ha pasado especialmente en el Ecuador, donde quedó muy desprestigiado en la población en general, luego de la puesta en escena del mamotreto del Buen Vivir correísta». Δ
(*) Atawallpa Oviedo Freire es escritor, periodista y filósofo ecuatoriano