El hablador es una novela de Mario Vargas Llosa que se publicó en 1987 y que narra la historia de un personaje que viaja, de pueblo en pueblo, por la selva peruana contando aventuras e historias a los habitantes de cada localidad que visita. Luego de casi un mes de viajar por casi todo Chile -¡sí, casi todo!- Benito Baranda Ferrán, psicólogo, ex director del Hogar de Cristo y ex convencional por el D12, dice haberse inspirado en el personaje del escritor peruano para hacer campaña por una nueva Constitución. Desde que terminó la Convención, Baranda no ha parado de moverse, desde Arica hasta Puerto Williams.
Dice que ha conversado con vecinos y vecinas, personas que a veces no lo han reconocido, pero que siempre lo recibieron bien. Hayan sido del apruebo o del rechazo. «Creo que hay que ser un hablador en esto. Esta es una buena noticia para Chile», afirma. A sólo seis días del plebiscito del 4 de septiembre, está dispuesto detenerse un rato para profundizar en torno al polarizado y muchas veces agresivo proceso de campaña, a la relación de la derecha en el trabajo constituyente y al rol de la Iglesia Católica en este momento fundamental en la historia de Chile.
«Lo que le ha ocurrido a Chile es que en la democracia representativa se fue agotando esa participación y hoy tiene que ser una democracia mucho más participativa y en varias normas lo dejamos contemplado».
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Baranda cuenta que se preparó para este año constituyente. Siempre ha hecho deporte y como sabía que iba a ser difícil, entrenó más de lo habitual para poder sostener un ritmo de trabajo exigente. Las largas jornadas, las actividades para las campañas, los viajes y la tensión a la que se tuvo que acostumbrar sin duda significaron un cambio en su vida. Agradece el acompañamiento de su familia, que ha sido fundamental para él en este proceso. Hasta el día de hoy -cuenta- lo ayudan a repartir propuestas de nueva Constitución en su barrio. Está convencido de que aprobar el texto va a significar un avance: «Nos va a permitir vivir en un mejor país, más seguro, más justo». Y para refrendar dice lo siguiente: «El país que estamos dejando con la Constitución vigente es un país altamente polarizado y desigual».
Tiene 63 años y derrocha energía. Incluso siente que los viajes lo recargan. Este día de entrevista llegó a las 18:00 horas a Santiago desde Aysén, zona que recorrió junto a sus ex colegas convencionales Tomas Laibe y Yarela Gómez. Media hora después estaba en su casa en La Pintana, listo para esta conversación. Al día siguiente en la mañana debía tomar otro vuelo a Puerto Montt, para reunirse con el ex vicepresidente de la CC Gaspar Domínguez y seguir recorriendo: Chiloé, la región de Los Lagos, Los Ríos y La Araucanía. Antes, estuvo con Lidia González en Puerto Williams y Porvenir, y con Elisa Giustinianovic y Mauricio Daza en Punta Arenas y Puerto Natales. Arica, Antofagasta e Iquique fueron los primeros lugares que visitó una vez terminada la Convención.
Fundador de la ONG América Solidaria, de la que hoy es presidente ejecutivo internacional, cuenta que echó mano del seguro de cesantía para hacer campaña durante julio y agosto. Seguirá usándolo en septiembre. En octubre, cuando su ciclo como político y miembro activo de la campaña por el apruebo haya terminado, volverá a la fundación.
«Recorro las regiones porque, cuando las personas ven tanta televisión, sobre todo los matinales, y escuchan tanta tensión en torno a las normas, se tiende a dar la idea de que esto es una elección política de candidatos que presentan un programa político».
-¿Cuál es el ánimo que hay detrás de estar recorriendo Chile?
«Tuve la fortuna de salir antes de la Convención, porque no estuve en ninguna de las últimas comisiones. Me dediqué, durante todo ese periodo, a recorrer todo mi distrito y Santiago. Salí muy poco. Aceptamos todas las invitaciones del distrito con Beatriz Sánchez: grupos grandes, pequeños, liceos, escuelas, juntas de vecinos, centros de personas mayores. Recorro las regiones porque, cuando las personas ven tanta televisión, sobre todo los matinales, y escuchan tanta tensión en torno a las normas, se tiende a dar la idea de que esto es una elección política de candidatos que presentan un programa político.
Lo que hay que tratar de conversar con las personas, más en profundidad, es que esto no es una elección de un candidato que va a durar cuatro años. Esto es ponernos de acuerdo en un pacto social que va a durar 30 o 40 años. Hay que tratar de separar esta polarización que se ha generado y, por supuesto, la ha hecho con mucha fuerza la parte más ultra del rechazo para provocar esta tensión. Y ha tenido respuesta, por supuesto, del otro lado. Hay que invitar a las personas a perderle el miedo a leer el texto. Pero, a pesar del miedo, cada vez nos piden más constituciones«.

-¿Qué tanto se parece esta labor de ex convencional en la calle a lo que has hecho durante años como visitar los territorios? ¿Hay similitud?
«Por supuesto. Hay mucha similitud. Primero, uno tiene mucho aguante, porque ya lo ha hecho muchas veces. Ir a hablar con muchas personas, tener que persuadir y que buscar buenos argumentos para que las personas entiendan que tenemos que vivir en mejores condiciones, que nos tenemos que cuidar más y estrechar los vínculos solidarios. Esta es una Constitución que hace eso, que permite vivir mucho mejor de lo que vivimos hoy día. Eso tienes que ir a contarlo, tienes que hacer un relato. Yo me propuse, desde el primer momento, que iba a recorrer cada lugar».
-¿Cuáles son las principales aprensiones que manifiestan las personas en regiones? ¿Cuáles son las primeras ideas que aparecen en torno a la Propuesta?
«Primero, hay un grupo de preguntas acerca de eso que no está en la Constitución. Pero muchas personas han levantado eso para denostar el trabajo de la Convención. Son todos estos artículos que no se aprobaron y los ponen para decir que no se contienen en la Propuesta, como por ejemplo el de la propiedad. Pero es cada vez menos. Lo segundo es que las personas preguntan dependiendo del lugar en que estás. Si tú estás en una junta de vecinos y están los dirigentes, te preguntan sobre el artículo de la junta de vecinos que quedó constitucionalizado como parte de la participación ciudadana. Otras veces, si estás más cercano a establecimientos educacionales, te preguntan por el artículo de educación porque se había corrido la voz de que se acababan los particulares subvencionados».
«Dependiendo del lugar en que estás, las personas preguntan. (…) Te preguntan por el artículo de educación, si estás más cercano a establecimientos educacionales, porque se había corrido la voz de que se acababan los particulares subvencionados».
-¿Qué se hace ahí?
«En educación, lo que uno hace es leer el artículo 36 y después leer la norma transitoria 31, para que las personas se den cuenta de que están contemplados los particulares subvencionados. También vienen con preguntas de salud o de seguridad social. En regiones preguntan mucho por la regionalización, cómo se va a profundizar, y ésa es una excelente noticia: si uno lee el capítulo VI se da cuenta de que es un muy buen capítulo».
.¿Esa es una de las normas más celebradas?
«Sí, pero con el término del Senado te aplauden de pie, porque la Cámara de las Regiones te permite tener representantes equitativos por región, no en relación a la cantidad de habitantes. Como en Magallanes habita un 1% de la población, tiene muy poca representación proporcionalmente. Pero efectivamente Magallanes es región y en la Cámara de las Regiones tiene la misma cantidad de representantes que la Región Metropolitana. Lo importante es el desarrollo regional, no la cantidad de personas que viven en el lugar, que el desarrollo sea equitativo entre todas las regiones, y no que Santiago se quede con el 80% de la plata de Chile, por ejemplo, aunque tiene la mitad de la población. Porque al final Santiago lo absorbe todo, y en especial tres comunas».
-¿Cuáles son los pilares que trae el proyecto de nueva Constitución y que hacen que la Propuesta, según tu opinión, signifique un avance?
«Son cinco fundamentales. Uno es el estado social democrático de derechos, plurinacional, intercultural, regional y ecológico. De ahí se desprenden todos los derechos fundamentales. Lo segundo, los derechos de la naturaleza. Lo tercero es el Estado Regional, que es fundamental para Chile: no va a haber desarrollo para Chile del futuro si no potenciamos las regiones; es imposible porque el desarrollo que estamos haciendo nos va a autodestruir. Lo cuarto es que se genera un nuevo sistema de Justicia; ordena los tribunales y separa las funciones de nombrar jueces a la de ejercer justicia. Lo quinto es que se profundiza la democracia.
Hay una serie de instrumentos que obligan a la participación, como la 197 que es la ordenación territorial, o la norma 28 para las personas en situación de discapacidad que obliga al Estado a garantizar la participación, y la 33 de personas mayores. En la 28 incluso es vinculante la participación de personas de situación de discapacidad para el diseño de programas. Este quinto punto es fundamental: no hay legitimidad política sin participación política. Lo que le ha ocurrido a Chile es que en la democracia representativa se fue agotando esa participación y hoy tiene que ser una democracia mucho más participativa y en varias normas lo dejamos contemplado».
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«Con el término del Senado te aplauden de pie, porque la Cámara de las Regiones te permite tener representantes equitativos por región, no en relación a la cantidad de habitantes (…) Lo importante es el desarrollo regional, no la cantidad de personas que viven en el lugar, que el desarrollo sea equitativo entre todas las regiones, y no que Santiago se quede con el 80% de la plata de Chile».
-Este último año has experimentado otro tipo de exposición. Te ha obligado a referirte a contingencia política. ¿Cómo te tomaste esa nueva forma de exhibición?
«Bien, lo logré manejar bien. Soy una de las personas que trató de evitar la televisión y las polémicas en los matinales. Respondía más en las radios, pero también traté de evitar las polémicas de carácter político en las radios. Y me desvinculé rápidamente de lo que pasó con Rodrigo Rojas Vade, por ejemplo. Al segundo día les dije a los medios que no iba a tocar ese tema, que no me preguntaran más. Creo que lo logré manejar bien porque, además, me concentré en la deliberación de las normas y en estructurar de manera adecuada las normas de la comisión en la que participé, que fue la de derechos fundamentales«.
-Respecto a la exposición y a las polémicas, ¿coincides con algunas voces de izquierda que apuntan a que un sector de la derecha buscó tensionar el espacio de discusión en la CC para deslegitimar el proceso?
«Sin lugar a dudas, por supuesto. Basta recordar que un grupo de personas fue elegido como convencionales para no hacer una Constitución, sino para mantener la de 1980 y con eso se responde la pregunta. O sea, cuando tú llegas a un espacio en donde tienes que construir una Constitución y no estás dispuesto a ceder nada nada nada, la verdad es que lo que quieres es seguir con lo anterior. Ahí se concentra la oposición y la más ultra en ese momento fue comiéndose cada vez más a la derecha dialogante. Incluso, en las últimas semanas, casi toda la derecha terminó con discursos muy virulentos y de mucha dureza en torno a la Propuesta».
-¿Por qué crees que esta derecha más ultra se sobrepuso a una derecha más dialogante?
«Yo creo que no se dio en la totalidad, para ser justos. Hay personas que bajaron la voz y creo que no están de acuerdo en ese tono, pero creo que los que se involucraron más es porque tienen un posicionamiento político posterior. Es decir, cuando vieron que el proceso estaba terminando y no habían tenido mucha incidencia, buscaron posicionarse políticamente para lo que venía después. Creo que varios de ellos hicieron eso y eso es lo que hacen hoy día en los debates. Hablan de cosas que no aparecen en el texto constitucional, cosas que presentaron pero que no tuvieron los 2/3. Son personas a las que les cuesta aceptar mucho la democracia. Tienen muchas dificultades y les costó mucho aceptar que eran menos de 1/3 y que no iban a tener incidencia si es que no trabajaban en conjunto. No tuvieron predisposición de trabajar en conjunto.
Hubo un ejemplo bien dramático. Un grupo de 17 miembros de derecha presentaron una carta para poder dialogar con los pueblos originarios, con los escaños reservados. Presentaron la carta y nos las hicieron llegar a todas y todos los convencionales, pero no habían hablado con los escaños. Si tú quieres hablar con ellos, para qué mandar una carta. Júntate con ellos y comienza a trabajar. Pero no, prefirieron al revés, mandar una carta. Un convencional de derecha la leyó en el hemiciclo y al término de la lectura se fue a dar un punto de prensa. Una persona de los escaños reservados le respondió, pero ya no estaba presente en el hemiciclo porque fue a hablar con los medios. Es decir, muchas de las acciones eran para quedar bien con los medios para después decir: ‘nosotros tuvimos la actitud de dialogar y no lo pudimos hacer’. Pero cuando uno quiere dialogar tiene que sentarse a dialogar, y eso es extremadamente difícil cuando tienes posiciones asimétricas. Cuando te das cuenta de que no alcanzas a tener un poder para bloquear implica mucha dificultad. La derecha no tuvo tanta predisposición para dialogar».
«Un grupo de 17 miembros de derecha presentaron una carta para poder dialogar con los escaños reservados. Presentaron la carta y nos las hicieron llegar a todas y todos los convencionales, pero no habían hablado con los escaños. Si tú quieres hablar con ellos, para qué mandar una carta. Júntate con ellos y comienza a trabajar».
-Un sector de la derecha advierte que el texto se escribió con rabia y resentimiento. ¿Qué opinión le merece ese argumento?
«Que vean las dos franjas. Cuál tiene más rabia y resentimiento. Solo eso».
-Hay muchas personas que tienen diferencias con la Propuesta constitucional y van a rechazar. Pero también hay personas que va a rechazar por miedo. ¿Qué les expresa a esas personas?
«Es difícil sacarte del miedo, porque tiene que ver con experiencias personales y, por lo tanto, es muy subjetivo. También existen personas que utilizan el miedo y saben cómo utilizarlo, saben qué argumento utilizar. Lo único que puedo decirles a esas personas es que vean el texto y que confíen en quienes lo elaboramos. La gran mayoría de las personas que lo elaboramos somos personas que buscamos el bien para todas y todos, y no un bien particular para un pequeño grupo. Eso es lo que puedo responder.
Trato de darles tranquilidad y decirles que esta es una Constitución que nos va a humanizar, que nos va a permitir vivir en un mejor país, más seguro, más justo. Es primera vez que vamos a enfrentar de cara las causas estructurales de la desigualdad, algo que nos ha costado mucho en Chile. La Constitución de 1925 trató de hacerlo. Balmaceda trató de hacerlo. Hoy lo hemos hecho democráticamente. Les digo que, viviendo ese temor, esa incertidumbre, se atrevan a dar un paso hacia adelante. Especialmente a las personas que tenemos más de 50 años. Lo que estamos pensando también es el país que vamos a dejar. El país que estamos dejando con la Constitución vigente es un país altamente polarizado y desigual. La respuesta de esta propuesta constitucional es un país más justo. La justicia va a disminuir progresivamente la polarización».
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«La libertad religiosa quedó mucho mejor expresada en este proyecto que en la Constitución de 1980. Me hubiese gustado una mayor profundidad en eso».
-¿Qué le parece el rol que ha jugado la Iglesia Católica en el proceso? El Cardenal Celestino Aós defendió lo que llamó «valores no negociables», refiriéndose a una concepción de familia o el aborto. La Conferencia Episcopal también se pronunció en una carta y llamó a tener un «discernimiento informado y a conciencia».
«Bueno, yo participo de la Iglesia Católica y lo que me señalas lo dijeron las autoridades de la Iglesia. Un Papa también escribió una carta muy terrible cuando nos independizamos como país. Entonces, hay que tomarlo en su mérito y tomar en cuenta los grupos de presión que deben tener los obispos para escribir los textos que escriben o los comentarios que hacen. Creo que el segundo documento es quizá el más importante, porque invita a discernir. No quedaron muy equilibrados los elementos para discernir entre una y otra opción, y me hubiese gustado algo más equilibrado, porque hay aspectos de esta propuesta de Constitución que son muy propios de la Doctrina Social de la Iglesia y no lo destacaron tanto.
La libertad religiosa quedó mucho mejor expresada en este proyecto que en la Constitución de 1980. Me hubiese gustado una mayor profundidad en eso también. Pero creo que el principal llamado que hacen los obispos es a discernir. Hoy los obispos tienen menos peso que el que tenían en la dictadura. Ahí pesaban mucho, porque no estaban todas las expresiones políticas que tenemos hoy día. Entonces, por supuesto que tienen que hablar y tienen todo el derecho a hacerlo y a indicar elementos para discernir. Pero hoy es un mundo más abierto, no dictatorial, en el que la invitación al discernimiento es personal y también comunitario».

-¿Existe una desconexión entre la iglesia y la experiencia territorial?
«No tengo tanta certeza de eso, porque las personas que escribieron la carta de los obispos me imagino que tienen distintas percepciones acerca de la realidad y distintos vínculos. Sería muy pretencioso emitir un juicio por la totalidad de personas que aprobaron esa carta. Hay elementos que faltaron en esa carta, como libertades y derechos sociales. Pero es parte de lo que ellos acordaron y elaboraron. Imagino que fue un término medio entre algunos que querían un texto más duro y otros que querían más elementos de discernimiento. Conociendo, no a la gran mayoría, pero a varias de las personas que firmaron la carta, me imagino que hay distintas percepciones de la realidad también».
-Qué le parece que los partidos ya estén comprometiendo normas sobre un proyecto de Constitución que ni siquiera se ha probado y ni siquiera se ha implementado. ¿No le parece que es una suerte de comisión mixta?
«No me parece. Creo que esa es la democracia, la deliberación democrática. Esto no se está haciendo en dictadura y no hay leyes orgánicas constitucionales. No estoy de acuerdo con que se haga ahora, pero esa la democracia. Creo que es parte de lo que el país tiene que vivir. Es parte del juego democrático». Δ