Por Magdalena Radrigán Navarro (*)
En las últimas semanas, las noticias a nivel mundial y nacional sobre impactos climáticos han tenido un inusual espacio en las pautas informativas. Inusual como las inundaciones en Alemania o en China y su consiguiente efecto en las comunidades afectadas o las consecuencias de la sequía extendida en el territorio chileno. A esta lista podemos sumar el Sexto Informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, (IPCC) que aborda la comprensión física del sistema climático y reúne la evidencia científica más reciente sobre climatología. Puntualmente, este informe expone cómo ha cambiado el clima y cuáles son las razones de ello.

Si bien el documento fue citado en la gran mayoría de los medios de comunicación, con un énfasis en lo inequívoco de la actividad humana como causa del calentamiento de la atmósfera, el océano y la superficie terrestre, para aquellas personas que no se relacionan cotidianamente con temáticas medioambientales, entender las razones de estos enunciados se vuelve complejo y por ello el desafío de comunicarlo de manera pertinente es imperioso.
«Darle sentido a ese escenario, explicarlo desde el contexto científico y vincularlo con los saberes ancestrales, es lo necesario de comunicar».
Los impactos de la emergencia climática no son necesarios de explicitar, ya que sus efectos se viven en el día a día en los territorios de todas las regiones. Quienes viven de la agricultura lidian con el desabastecimiento del agua y la reducción de las cuencas. Quienes viven de la pesca notan cómo ha disminuido el recurso y cómo el mar ha ido quitándole terreno a lo que era la playa y otras comunidades se enfrentan a olas de calor o a intensas lluvias en pocos días. Por ello, darle sentido a ese escenario, explicarlo desde el contexto científico y vincularlo con los saberes ancestrales, es lo necesario de comunicar.
La comunicación de riesgos, un campo disciplinar que aborda el acceso a la información de manera oportuna para tomar decisiones informadas con respecto a la exposición a amenazas o riesgos y cómo las personas pueden desempeñar un papel activo en el proceso de mitigar sus efectos, debiera ser la guía para comunicar sobre cambio climático.
«Se debe orientar la entrega de información para que las comunidades conozcan qué puede deparar el clima en el futuro y decidir qué deben hacer al respecto».
El objetivo final de la comunicación de riesgos es aportar para que el riesgo sea entendido y ello requiere de un trabajo comprometido de todos los actores sociales, privados y públicos, medios de comunicación y sociedad civil. En particular, se debe orientar la entrega de información para que las comunidades conozcan qué puede deparar el clima en el futuro y decidir qué deben hacer al respecto. En definitiva, planificar para prevenir el desastre. En ese sentido, es clave que se informe con respecto a que el riesgo es un asunto de todos, que tiene un componente vinculado a las decisiones y elecciones, así como sus inacciones.
Por ello, es recomendable difundir ejemplos de buenas prácticas tanto de organizaciones comunitarias como del sector productivo, para generar apoyo y guiar a otros. Porque a través de la entrega de información en lenguaje sencillo, compartiendo experiencias positivas e incorporando la mejor evidencia científica, se pueden relevar aspectos que deben ser incluidos en las políticas públicas para enfrentar este contexto de emergencia climática y las comunidades puedan prepararse. Δ
(*) Magdalena Radrigán Navarro es periodista, magíster en Comunicación Estratégica y Master of Science en Gestión Internacional de Desastres.