La vida de Carolina Videla cambió radicalmente el 4 de julio de 2021. Fue electa como convencional constituyente del distrito 1 y desde ese día su cargo la alejó de su carrera como académica y coordinadora de prácticas de la Universidad Santo Tomás de Arica. Ahora sus horas transcurren entre hoteles, viajes en avión y sesiones en el ex Congreso. «Creo que lo que más me ha afectado es la soledad, no vivir con alguien más. Mi vida personal sufrió un cambio grande», dice.
Si antes se levantaba a las 7:30, ahora su día parte una hora antes. Vive temporalmente en un hotel de Providencia alejada de su pareja e «hijo perruno», un boxer llamado Cantor que rescató hace cuatro años. Sus mañanas son aceleradas. Se ducha, pide el desayuno para las 7:15 horas y come encerrada en su habitación, ya que debido al coronavirus los lugares comunes de los hoteles permanecen cerrados. Sería una gran coincidencia encontrarse con un compañero convencional: a todos los instalan en hoteles distintos y se van rotando incluso semanalmente. Videla ya ha sido asignada a dos en el mes que lleva la CC.
«Acarreo mi mochila por todos lados al ir a almorzar y eso igual es incómodo. Pero mirando la importancia del proceso, todo pasa a ser secundario».
Luego de desayunar revisa los noticieros, sus redes sociales y planea su día. Todas las mañanas hace sagradamente una transmisión en vivo en su Instagram, donde comenta todas las actualizaciones de la CC a su distrito. En cuanto termina con su deber informativo, espera desde las 8:30 al vehículo que la lleva al ex Congreso. Lleva su computador y documentos al auto, pero no siempre es tan fácil. A veces pierde el transporte, que no espera por nadie impuntual, y ha tenido que tomar el metro en Los Leones para bajarse en Plaza de Armas o Universidad de Chile. «Me he perdido dos veces en las líneas, afortunadamente tenía una bip antigua y llegué al ex Congreso, pero me costó al principio», dice.
Los días dentro del Palacio son casi iguales. Videla comienza con la sesión del pleno o en la comisión de Derechos Humanos. A la hora de almuerzo le ofrecen un sándwich o una ensalada césar o de quínoa y come junto a compañeras, en una mesa del jardín o en las escaleras, tal como si fuera una facultad universitaria. Cuenta que no tienen comedor o un lugar donde calentar comida, así que la dieta constituyente es súper light: “Acarreo mi mochila por todos lados al ir a almorzar y eso igual es incómodo. Pero mirando la importancia del proceso, todo pasa a ser secundario”.
«A los que somos de más lejos ni siquiera nos reconocen, los medios casi nunca nos pescan».
Entre las seis o siete de la tarde los constituyentes están libres para volver a sus alojamientos. Cuando Videla sale del recinto siempre hay medios apostados en la entrada para asegurar alguna cuña, pero a ella nadie la busca. Cuenta: «A los que somos de más lejos ni siquiera nos reconocen, los medios casi nunca nos pescan».
Las noches de Videla en su habitación de hotel las comparte entre los pendientes del trabajo y conversar con su pareja por teléfono. Su compañero es un maestro artesano de Arica y cada vez que hablan pone a Videla en altavoz, para que Cantor la escuche: «Es triste porque mi perrito tiene leucemia y no le queda mucho tiempo. Ahora lo regaloneamos harto, pero paso mucho menos con él».
Sólo está con él los fines de semana. La recogen a las tres de la madrugada del sábado para llevarla al aeropuerto y llega a la I Región a eso de las 9:00. Duerme un rato y luego hace reuniones o cabildos. El domingo le trae las únicas horas en que puede compartir libremente con Cantor, su familia y las compañeras del Partido Comunista, en quienes siempre se apoya.
El lunes todo empieza de nuevo. Δ