Constanza Schonhaut Soto (32) es abogada de la Universidad de Chile con diplomados en Derecho Público Económico y en Género y Políticas Públicas Globales. Antes de su campaña para ser convencional trabajaba en Corporación Humana, un centro regional de DD.HH. y justicia de género. Cuando fue electa por el Distrito 11 llamó de inmediato la atención, porque ahí se ubican las comunas del rechazo: «Había incredulidad, como cuando te enteras que se materializó una apuesta difícil», dice.
Aunque en su primer día en la Convención Constitucional sintió esperanza y responsabilidad colectiva, el lunes 5 de julio fue complejo, cuando se dieron cuenta de que las condiciones para sesionar no eran las adecuadas. «Fue una gran sensación de angustia y frustración darnos cuenta de que nadie pensó, o pensó bien, lo que iba a ser la Constituyente. Esa sensación de itinerancia y de no tener de dónde agarrarse para mi fue súper angustiante».
«Fue una gran sensación de angustia y frustración al darnos cuenta de que nadie pensó, o pensó bien, lo que iba a ser la Constituyente. Esa sensación de itinerancia y de no tener de dónde agarrarse para mi fue súper angustiante».
Schonhaut dice tener una relación más bien tóxica con el tiempo porque no le gusta tener horas perdidas. Por eso planifica hasta sus espacios para el ocio. «Agendo todas las cosas que hago, hago listas de pendientes y es la forma en que siento que tengo control de la vida, al final. No tener idea de qué se trata el día siguiente, no saber si vamos a tener sesión la próxima semana o no poder administrar mi tiempo en la semana porque puede pasar cualquier cosa (en la Convención), es algo bien difícil para mí».
Sus días parten y terminan a horas variables, pero siempre está conectada al trabajo. Por lo general tiene jornadas extensas y uno de los pocos momentos libres que ha encontrado son los 15 minutos que camina desde su casa al ex Congreso mientras escucha música. A veces sale muy tarde y prefiere pedir un Uber en la noche por temas de seguridad. No usa el auto, además, porque la tarifa del estacionamiento es de $40 pesos por minuto. Aunque en la sede de la CC hay un estacionamiento para los senadores, esos no están disponibles para los convencionales.
Además de la cantidad de trabajo y los tiempos, a Schonhaut le ha costado compatibilizar sus horarios para compartir más en su casa con su compañero y con «Fito», un conejo negro de orejas caídas. También se le han complicado las visitas donde su madre y su abuela. «No les puedo dedicar la atención que me gustaría», dice.

A sus 88 años, la abuela de la convencional, Teresa Torres, es una de sus mayores compañías. Con ella y sus compañeros del Frente Amplio marchó desde la plaza Yungay hasta el ex Congreso el día de la instalación de la CC. Y en ella ve inspiración. Teresa fue de derecha toda su vida, hasta que empezó a conversar con una joven Constanza: «¿A ver, cuéntame, de qué se tratan tus ideales?», le decía Teresa a su nieta. Luego de horas de charla, y muy de a poco, su abuela fue cambiando de mirada: «Desde su catolicismo fue incorporando nuevas visiones y para mí eso es ser revolucionario, no ser conservador respecto de tus certezas. Es estar disponible a abrirte a otras formas de ver la vida». Torres permanentemente le envía mensajes de amor y le recuerda tener paciencia.
Hay noches en que Schonhaut sueña con votaciones, indicaciones, fórmulas y presupuestos. Asegura que hace unos días se levantó para comprobar si un resultado estaba correcto. Las obligaciones de autocuidado tampoco son parte de la vida cotidiana de la convencional, como agendar la hora al dentista, hacerse exámenes médicos, pasar a la farmacia a horarios que estén abiertos o llevar a su abuela Teresa al doctor, como hacía antes. La vorágine del trabajo, el tiempo, las reuniones y las audiencias hacen que solo mire lo que viene a continuación.
Sobre la relación con su abuela: «Desde su catolicismo fue incorporando nuevas visiones y para mí eso es ser revolucionario, no ser conservador respecto de tus certezas. Es estar disponible a abrirte a otras formas de ver la vida».
Pero también ha vivido momentos que le han traído una sanación de «mariposas en la guata», dice. Por ejemplo, cuando terminaron el reglamento de Participación Popular y Equidad Territorial y entregaron el primer texto en la historia de Chile que tiene mecanismos de participación para niños, niñas y adolescentes, personas en situación de discapacidad y personas privadas de libertad. Si bien falta mucho para que se haga efectivo, Schonhaut considera que «ya eso es un acto reparatorio en la historia. Eso llena ‘caleta’ el corazón».
También rescata el hecho de relacionarse con tanta gente que quizás nunca hubiese conocido, tanto por la diversidad política como geográfica y cultural. «Es algo súper enriquecedor en lo humano y uno aprende mucho».
Constanza Schonhaut siempre ha sido deportista: voleibolista de corazón, también ha practicado boxeo y escalada. Con sus tiempos limitados, no ha podido encontrarse con el deporte como le gustaría. Sin embargo, algo que la CC no ha podido cambiar es que el domingo juega fútbol. Y así lo hace con sus compañeras del FA sin falta. Δ