Cerrados los discursos de instalación de la Convención Constitucional hemos decidido elegir: hicimos un ránking. Se trata de un ejercicio 100% editorial y de opinión. No hay más criterio en esta selección que el del impacto emocional que las palabras podían provocar en su audiencia. Están seleccionados aquí tres momentos que nos parecen inolvidables, por muy distintas razones por cierto.
La Convención decidió abrir micrófono para oír la voz de cada constituyente antes de iniciar el trabajo de las comisiones que deben dar forma a la nueva Constitución chilena. Fueron pronunciados en el hemiciclo del ex Congreso Nacional los días miércoles 20, jueves 21, viernes 22 y martes de 26 de octubre, en un orden dado por sorteo y acorde a lo establecido por el artículo 80 del Reglamento General.
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Estos discursos debían tener como máximo 5 minutos, pero escasamente ese encargo se cumplió: siempre superaron el límite, e incluso lo doblaron. Sucedió, por ejemplo, con la machi Francisca Linconao (Escaño Reservado), quien se expresó por completo en su lengua originaria, el mapuzungun, y fue luego traducida al castellano. Y, si bien es quizá el más extremo, no fue el suyo un caso único: cada constituyente empleó su tiempo -y más que su tiempo- para expresar sueños, aspiraciones, mandatos y quejas. Hubo también llamados al amor, al encuentro y al entendimiento. Hubo sentidas muestras de dolor. Hubo declaraciones de principios y hubo historias.
Fue un ejercicio expresivo y sano, que nos permitió a los observadores palpar una evidencia indesmentible: la diversidad de este grupo humano compuesto por 154 personas es gigantesca. Sin duda la mayor que ha caracterizado a un órgano de la República en toda nuestra historia. Sólo por eso la Convención Constitucional merece el mayor de los respetos. Tiene, desde luego, el nuestro.
Oídas horas de palabras y más palabras, hemos escogido. Este es nuestro Top Tres de los discursos. Cada uno va en compañía de su porqué: 👇
EL MÁS VIRULENTO: Teresa Marinovic (independiente por Chile Libre)
En 7 minutos y 45 segundos entregó una visión belicosa, disruptiva y colérica, llena de emplazamientos, sobre el momento que vive Chile y por el que transita esta Convención.
Licenciada en Filosofía y profesora universitaria, Marinovic ha enseñado -entre otras- en una cátedra que se llama Teoría de la Verdad. Sabe, por tanto, que la verdad es apenas una teoría: no existe. Sabe que la verdad es manipulable, que se puede moldear para las masas, que se puede pintar de todos los colores dependiendo del oyente. Sabe también que la verdad a la que podemos acceder es un conjunto que se compone de retazos, de despuntes, de piezas. Sabe que es infinitamente subjetiva y que ella, al hablar como habló, aportó con aquellas membranas que permiten armar uno de los extremos de la línea por la que hoy transita el alma emocional de los chilenos y las chilenas.
Marinovic usó palabras como vergüenza, mediocridad, bananero, soberbia, resentimiento, parásitos y odio. Todas sirvieron para emplazar a un conjunto de convencionales, esa mayoría que puebla la CC y a la que ella no pertenece. Cuesta creer que realmente piensa de modo textual y fiel todo aquello que expresó. Sí es posible comprender una cosa: ella, al hablar así, hace un aporte. Ese que permite a un grupo humano hacer ejercicios fundamentales para ir dejando atrás los paradigmas de una época que va quedando atrás y abrir la puerta a la observación, la tolerancia, la comprensión y la integración. Bienvenida sea.
EL MÁS SENSIBLE: Damaris Abarca (independiente por Convergencia Social)
En cinco minutos y medio, la convencional (31 años) hizo quizá el mejor resumen de las promesas y sueños con que llega la mayoría de quienes están en este proceso: «Vamos a escribir una Constitución democrática, plurinacional, feminista, inclusiva y ecológica».
Ajedrecista y tetracampeona nacional, una de las mejores en el circuito latinoamericano, partió diciendo: «Se me quedaron los pañuelos». Con sensibilidad y humanidad, hizo un relato de por qué está ahí. Habló de machismo, de cómo cuando partió le decían que jugaba como hombre y no como mujer, solo porque hacía las cosas bien. También habló de deporte y de cómo la jabalina chilena perdió a su emblema, Marlene Ahrens, a causa de un abuso sexual, y de cómo a ella misma tantas veces la acosaron. En su discurso hubo espacio para un ancho mundo en el que hay minorías, pueblos originarios, niños y niñas, pobreza, campesinado, derechos femeninos, desigualdad, soledad y enfermedad, la suya propia, un lupus incurable y degenerativo.
Abarca probablemente condensa en su persona y sus palabras el conjunto de paradigmas que están emergiendo en estos momentos convulsos y polarizados. Es mujer, es sensible, quiere cambios. Invita a dejar atrás al mundo que quedó en jaque el 18 de octubre de 2019 y que -sin que aún sepamos bien cuánto y cómo- fue terminado de dinamitar por una pandemia llamada Coronavirus. Bienvenida sea.
EL MÁS ILUMINADO: Victorino Antilef Ñanco (Escaños Reservados)
Seis minutos se tomó este convencional perteneciente al pueblo Mapuche para mostrarle a quien estuviera oyéndolo que aquella cosmología de la que se habla cuando se habla de la gente de la Tierra está aquí, cada día, con todos y cada uno de nosotros. Nos pertenece y nos acoge.
Su discurso no olvidó las necesidades, historias y demandas de grupos humanos que -200 años después, cuando al fin tienen un espacio del Estado chileno para poder hablar y votar- acusan despojo, incomprensión y maltrato. Tenía citar esas historias, demandas y necesidades, para eso está ahí. Pero las suyas no fueron palabras de resentimiento sino de concordia y de conciencia, de respeto, de aquello que llaman Buen Vivir.
Antilef habló de un mundo integrado y presente. En ese territorio cada una y cada uno somos parte, pero no como una amalgama de piezas sin sentido, sino como un todo en el que cada cual es un fractal consciente de ese todo: «Los cerros son cuerpos vivos y los mares, los humedales, los ríos, los lagos, las montañas». En ese mundo, que es el nuestro, existen -no en las palabras del mapuzungun sino en las del castellano- el éter, los elementales, las energías invisibles pero ciertas, las fuerzas de una naturaleza madre pero también dueña, el alma de Gaia y por cierto lo que se conoce como multiversos. Son esos unos mundos casi imposibles y desconocidos, unos mundos en los que, sin darnos cuenta, participamos en todo momento y en cada lugar, porque cada momento y cada lugar es solo uno: éste. Bienvenido sea. Δ