Cuarenta y cuatro palabras: «El 4 de septiembre próximo nos enfrentaremos a una decisión trascendental: aprobar o rechazar la propuesta de una nueva Constitución. Ambas opciones son legítimas, y el gobierno tiene el deber de garantizar que la ciudadanía se manifieste libremente en las urnas de manera informada».
Cuarenta y cuatro palabras para expresar cuál va a ser el papel del Gobierno de cara al plebiscito que decidirá, dentro de tres meses, si los chilenos aceptamos o no asumir el borrador que está terminando de afinar la Convención como nuevo texto constitucional. Cuarenta cuatro palabras pronunciadas por el Presidente de la República, Gabriel Boric, en su primera cuenta pública a la Nación en el Congreso en la ciudad de Valparaíso.
El mandatario, que asumió en La Moneda el 11 de marzo pasado, dedicó espacio al proceso constituyente casi al abrir el discurso, solo después de hacer una importante señal a la ciudadanía y sus esfuerzos históricos por cimentar un mejor espacio -más igualitario y más equitativo- en el contexto social y regional del país: «Las esperanzas populares por mayor justicia en más de una ocasión han sido opacadas, e incluso ahogadas a sangre y fuego, y esta es una historia que también tenemos el deber de contar».
«A pesar de enfrentar una pandemia, con un clima de polarización política y una crisis institucional, en el marco de un amplio proceso de debate y deliberación democrática se ha logrado avanzar en la redacción de un borrador de Nueva Constitución».
El Presidente usó, para ejemplificar esta afirmación, hitos desde el siglo XIX en adelante: «Es lo que pasó en 1851 y en 1859, cuando los deseos de las regiones, desde Copiapó a Concepción, de lograr mayor igualdad y autonomía, fueron acallados por la fuerza de las armas. También en 1907 en Iquique, Forrahue en 1912, 1920 en Punta Arenas o Ranquil en 1934, cuando obreros, campesinos o mapuche indistintamente fueron asesinados a mansalva por defender su derecho a una vida digna. Y más cercano en nuestra memoria durante la dictadura entre 1973 y 1990, donde la prisión, la tortura, la muerte y el exilio se impusieron a quienes pensaban distinto».
Del mismo modo, el Presidente enmarcó la realización del proceso constituyente en el momento histórico que lo vio nacer: el estallido social de octubre de 2019. «A pesar de enfrentar una pandemia», afirmó, «con un clima de polarización política y una crisis institucional, en el marco de un amplio proceso de debate y deliberación democrática, se ha logrado avanzar en la redacción de un borrador de Nueva Constitución. No es poco».
«Invito a este honorable Congreso a que no pasemos de la triste frase ‘no lo vimos venir’ a ‘aquí no ha pasado nada’«.
Boric recordó, por lo mismo, el origen del proceso constituyente, un conflicto de cuya salida él fue parte, al firmar el Acuerdo Por la Paz Social y la Nueva Constitución el 15 de noviembre de 2019: «El estallido social no fue un evento aislado: fue una explosión de múltiples malestares y descontentos que fueron ignorados o minimizados por décadas. Millones se reconocieron en problemas comunes y se organizaron para que las cosas sean distintas. Y todos juntos decidimos encauzar ese malestar por una vía institucional mediante un plebiscito donde el 80% manifestó que quería una nueva Constitución para Chile».
«Ha habido tropiezos, errores y aprendizajes en el proceso», reconoció el Presidente Boric. Pero, a cambio, contextualizó dándole valor al proceso en que 154 convencionales de distintos sectores han participado para llegar a acuerdos y a una propuesta: «Si hoy los podemos evaluar es justamente porque en el momento más crítico de nuestra historia reciente, optamos por resolver nuestras diferencias con más democracia, no con menos. Invito a este honorable Congreso a que no pasemos de la triste frase ‘no lo vimos venir’ a ‘aquí no ha pasado nada’«.
Boric declaró sobre su cometido: «Hoy tenemos una oportunidad de recomponer las confianzas entre el pueblo y sus instituciones, de hacernos cargo de estas urgencias. A ello estamos abocados como gobierno». Por lo mismo, tuvo palabras para mostrar cómo podría hacerse: «Quiero ser enfático, debemos asumir la responsabilidad de enfrentar las desigualdades que vive la ciudadanía y que se expresan en múltiples dimensiones. Quiero que construyamos un país en donde la educación, la salud, la vivienda, tu seguridad social, no estén determinadas por cuánta plata tiene tu familia. Son derechos y como tales, el Estado tiene el deber de garantizarlos. Debemos enfrentar de modo integral las causas que nos han llevado a habitar distintos Chiles».
Finalmente el Presidente declaró cuál es su visión sobre el rol del proceso que ha desarrollado la Convención Constitucional: «En definitiva, de cambiar para preservar lo más valioso de nosotros: ser parte de un mismo camino. De eso, entiendo, se trata el proceso constituyente hoy en curso». Δ
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