«Extraño la lluvia, la tranquilidad de dejar mis llaves del auto puestas y saber que no pasará nada», dice Gaspar Roberto Domínguez Donoso, vicepresidente de la Convención Constituyente sobre la Región de Los Lagos, lugar donde trabajó como médico desde 2015. Esa calma -la magia- del sur de Chile se ve muy lejana desde su oficina en el ex Congreso, donde sus asesores entran y salen mientras responden su celular, que vibra a cada minuto. Es viernes y Domínguez mira la hora frecuentemente. Tiene otra reunión en breve y luego debe presidir el Pleno donde se presentará el primer informe de la Comisión Principios Constituyentes. «Nunca pensé que podría tener este cargo, llegó de un momento a otro», afirma.
«Hemos considerado para las siete comisiones un Pleno de votación en general y otro para su informe de reemplazo. Si se aprobara de forma completa el primer intento, podríamos decir que incluso sobra un pleno».
El 4 de julio la Convención debía cambiar la Mesa Directiva, en la que Elisa Loncon (mapuche) y Jaime Bassa (Colectivo Socialista) se desempeñaron por seis meses para poner en marcha el proceso constituyente. Luego de ocho votaciones y catorce horas infructuosas no salía humo blanco para el relevo. Alrededor de las 4:00 de la mañana, los bloques políticos dentro de la CC se reunieron para crear consensos en torno a una figura para la presidencia, la de María Elisa Quinteros (Movimientos Sociales), a quien se sumó Gaspar Domínguez (Independientes No Neutrales). Al día siguiente, ambos lograron tomarse la testera.
Cuando emitió su discurso de victoria, Domínguez agradeció a su madre y envió un saludo a las personas que viven «las disidencias sexuales»: «Hoy día ser homosexual, gay, trans», dijo, «es enfrentarse a un modelo en el que no se encaja y eso tenemos que disminuirlo. Un abrazo grande a las personas que han sufrido por su condición de diversidad». Desde el inicio de la CC, ha participado en instancias de visualización de las disidencias y fue cofundador de la Red Disidente Constituyente
Si bien nació en Santiago, donde se crió junto a su madre y sus seis hermanos, cuando terminó la carrera se trasladó a Ayacara, localidad de la Provincia de Palena, para trabajar como médico general de zona en el Centro Comunitario Salud Familiar (Cecosf) que opera para las 500 familias que ahí viven.
«Ha sido súper complejo el cambio. De un momento a otro las cosas que yo decía, hacía o pensaba adquirieron una mayor relevancia o poder. En mi posición no solo manifiesto mi opinión política sino que represento a un órgano con muchas diferencias».
Su trayectoria incluyó realizar rondas médicas en sectores rurales de difícil acceso por dos años en un buque de la Armada. Luego, desde 2017 hasta julio de 2021, se desempeñó como médico general de zona en el Hospital de Palena. Domínguez suele comparar la vorágine de su profesión con ser convencional. Ser vicepresidente, sin embargo, ha sido otra cosa: «Ha sido súper complejo el cambio. De un momento a otro las cosas que yo decía, hacía o pensaba adquirieron una mayor relevancia o poder. En mi posición no solo manifiesto mi opinión política, sino que represento a un órgano heterogéneo, complejo y con muchas diferencias. Entonces , incluye el desafío de tomar un tono mucho más institucional, más alejado de lo que yo personalmente podría desear. Mi principal lucha ahora no tiene que ver con el contenido de una norma de salud o de educación o libertad de expresión, sino más bien con que se cumplan los plazos, con que se genere un ambiente que permita un clima de diálogo y con que la pega salga adelante en buena calidad y en el plazo establecido. Mi objetivo ahora es distinto».
-Desde que asumió la nueva Mesa Directiva una de las prioridades ha sido fortalecer la comunicación con la ciudadanía. ¿Cómo han ejercido ese rol?
«Entendimos que es necesario que desde la Convención miremos y escuchemos lo que está pasando afuera. Con la presidenta, ninguno tiene experiencia política previa y de alguna manera dividimos funciones. Ella tomó un rol muy preponderante y crucial en la Consulta Indígena. Yo tomé otras obligaciones como la organización de los Plenos, plazos y contenidos. La parte comunicacional la hacemos entre los dos. Como ha ocurrido que la presidenta ha tenido que trabajar fuera de Santiago, muchas veces la parte comunicacional ha recaído más en mí. Nos dividimos la agenda, porque sabemos que la gente necesita entender mejor. Yo hablo con mi mamá, con mis hermanos y me doy cuenta de que la poca información que manejan sobre el proceso está alejada de la realidad y se basa además en eslogan de personas que no creen en este proceso.»

-¿Cómo planean «sacar a la CC a la calle» desde el punto de vista comunicacional?
“Por ahora estamos creando un proyecto para que el punto de prensa diario lo hagamos en una especie de estudio bien sencillo, porque la convención tiene muy poco presupuesto. La Anatel (Asociación Nacional de Canales de Televisión) lo va a transmitir para que los canales puedan pincharlo y transmitirlo. Vamos a hacer también cápsulas de radio para Archi (Asociación de Radiodifusores de Chile). Ahora que se están aprobando los primeros artículos vamos a tener material para ir informando qué es lo que aprueba y se está haciendo».
Ese nuevo modelo de punto de prensa debutó esta mañana. Se llala #ConvenciónAlDía y duró alrededor de 11 minutos.
-¿Cómo lidia con las dificultades de comunicar un proceso inédito en el país sin experiencia política previa?
«Todos somos distintos en distintos contextos. Cuando estamos con nuestras parejas, con nuestras familias, y yo siento que el rol que tengo acá es muy parecido al de médico. Es importante comunicar bien, porque al paciente hay que explicarle lo que tiene. Hay que ocupar palabras que no sean técnicas, que sean sencillas. Siempre que respondo una entrevista o hablo ante un micrófono, me imagino que tengo a una paciente en Palena y debo hablar con palabras aptas, sin ocupar tecnicismos, sin darme vueltas, yendo directo al grano. Personalmente me pongo en el rol de médico cuando comunico y eso hace que me esfuerce y me preocupe en hablar lento, en ser claro y en ser directo».
«Nos falta el ocio que ha sido visto culturalmente desde la revolución industrial como algo malo pero en realidad es necesario para que el cerebro se desarrolle y avance».
-El libro llamado «El Arte de hacer nada» es uno de sus favoritos. Habla sobre la importancia del ocio. ¿Cómo encuentra tiempo para eso en estos tiempos?
«Sí, ese libro es de Andrew Smart y describe todos los fenómenos neurobiológicos que ocurren cuando la persona no está haciendo nada. Pasan muchas cosas muy necesarias para desarrollar la creatividad, la inteligencia y la reflexión. Es algo que me apasiona. En cuanto termine aquí mis planes son hacer un posgrado en neurociencia. Sé que es necesario que las personas tengan ocio y es un problema para mí. Duermo seis horas al día y el resto las trabajo todas: 18 horas al día sin parar. Nos falta el ocio que ha sido visto culturalmente desde la revolución industrial como algo malo pero en realidad es necesario para que el cerebro se desarrolle y avance. Eso sí, no me he podido dar el tiempo al ocio desde que soy vicepresidente».
Para Domínguez fue inesperado incluso conseguir un puesto como convencional. Con 32 años, un magíster en Salud Pública y desde uno de los sectores más rurales del país, se embarcó en la recolección de firmas y una campaña muy austera. Ni siquiera sus más cercanos pensaron que podía lograrlo. Al llegar a la Mesa Directiva por la nominación de su colectivo Independientes No Neutrales, la sorpresa fue aún mayor.
«En la Comisión de Derechos Fundamentales (donde se aprobaron 14 de 50 normas) se hicieron buenas normas, pero se reflexionó en que era mejor que muchos artículos fueran vistos de manera orgánica en la Comisión de Justicia».
-¿Buscó ser presidente o vicepresidente entre los pares de su colectivo?
«La verdad es que no. Creo que tengo habilidades de liderazgo y pensaba que podía ser coordinador de alguna comisión o algo así, pero no dimensioné la posibilidad de poder estar en la Mesa Ampliada siquiera. En las elecciones no había consenso, y se definió que estuviera yo. Lo conversé con mi colectivo, porque no sabía si estaba preparado para esto. La apreciación de la mayoría de los convencionales fue que yo podía estar en el puesto y así es que lo tomé con mucha responsabilidad».

-¿Cómo se mantienes cerca de su distrito?
«Ocupo las redes sociales y mi familia y cercanos están allí. Hablo con mis vecinos que me riegan las plantas y hago videollamadas para saber cómo están mis gusanos. Tengo lombrices californianas que producen compost, entonces le pido a mis vecinos que vayan a ponerles desechos orgánicos. Mis asesores son algunos de la región de Los Lagos, así que hacemos videollamadas y me cuentan cómo va todo. También estoy suscrito al diario de mi región, entonces siempre estoy viendo lo que pasa ahí».
-En las últimas votaciones de los Plenos la mayor parte de las normas han sido rechazadas ampliamente. ¿Es un fracaso?
«No, porque cada vez que se rechaza una norma tenemos más posibilidades de que vuelva y se re discuta. Está bien que así sea. Por ejemplo, en la Comisión de Derechos Fundamentales (donde se aprobaron 14 de 50 normas) se hicieron buenas normas, pero se reflexionó en que era mejor que muchos artículos fueran vistos de manera orgánica en la Comisión de Justicia. Fue por eso que algunas tuvieron cuatro o seis votos a favor y las otras no concitaron suficiente apoyo. Son normas de materias críticas que requieren volver a la Comisión para ser reevaluadas y encontrar mayor consenso y apoyo. Esa es la finalidad en todas las Comisiones.»
-Pero si siguen siendo rechazadas y no encuentran acuerdos, ¿qué pasa con el poco tiempo que disponen para entregar el borrador constitucional?
«Hemos considerado para las siete comisiones un Pleno de votación en general y otro para su informe de reemplazo. Si se aprobara de forma completa el primer intento, podríamos decir que incluso sobra un pleno».

Durante el debate correspondiente a la Comisión de Derechos Fundamentales se aprobó en general un artículo referente a la educación sexual integral, una temática que Domínguez conoce a fondo. Mientras ejerció en Palena realizó un proyecto de educación sexual para implementar dispensadores de condones en escuelas de Chaitén, Palena, Futaleufú y Ayacara. Esa gestión le valió un reconocimiento como uno de los jóvenes líderes de la región por el Diario Llanquihue.
-¿Por qué ha sido un tema tan importante en su carrera?
“Porque es una cuestión necesaria. Salí del colegio y nunca nadie me enseñó a poner un condón, me enseñó un compañero. Entonces la falta de educación sexual genera que las y los adolescentes terminen aprendiendo igual, pero de fuentes menos confiables como el porno, por ejemplo, o de los amigos, que por cierto reproducen los estereotipos de género y los roles de dominación. Es necesaria primero para alcanzar la libertad de desarrollo, porque es parte del derecho a la educación y es un derecho humano, según las Naciones Unidas, el tener acceso a esa información. También nos ayudaría a avanzar a largo plazo a una sociedad con menos violencia de género. Un día vine al ministerio, para hablar con la subsecretaria Paula Daza, porque querían replicar ese proyecto en Santiago. Y también revisé el proyecto que fue presentado al Parlamento y fue rechazado en sólo una sesión y ahí quedó. Fue muy triste».
«La falta de educación sexual genera que las y los adolescentes terminen aprendiendo igual pero de fuentes menos confiables como el porno, por ejemplo, o de los amigos que por cierto reproducen los estereotipos de género y los roles de dominación».
-Ha tenido que dirigir un proceso integrado por personas que votaron rechazo. ¿Cómo lidia con las constantes críticas de ese sector?
«Hay muchas personas aquí que piensan de manera distinta. Hay quienes son de derecha e hicieron una férrea campaña por el rechazo y que nunca creyeron en este proceso. Y hay personas que vienen de sectores muy de izquierda que no creen en el camino institucional como respuesta a los problemas y también llegaron aquí. Entonces yo creo que hay que poner atención no a las personas, que por sus ideas o por sus acciones se alejan de la media, sino más bien en cómo se desarrolla esto como órgano. Por ejemplo, cuando la convencional María Rivera realizó una propuesta que buscaba disolver los tres poderes de Estado para crear una “Asamblea Plurinacional” generó columnas de opinión, portadas de diario, notas en prensa y televisión, pero era una de más de 1.400 iniciativas, y me preguntaron qué opinaba de eso muchas veces. La propuesta tuvo cero votos y no pasó ninguna de las múltiples etapas que hay. Yo diría que veamos el proceso de una manera global.
«Hay muchas personas aquí que piensan de manera distinta. Hay quienes son de derecha e hicieron una férrea campaña por el rechazo y que nunca creyeron en este proceso. Y hay personas que vienen de sectores muy de izquierda que no creen en el camino institucional como respuesta a los problemas y también llegaron aquí».
Si uno revisa las normas que han pasado todas las etapas son votaciones que concitan alto e importante apoyo. La mayoría de las normas no tuvo 103 votos, sino que tuvo 130 o 140 votos. Entonces diría a estas personas que miran con preocupación el proceso que pongan atención en cómo es el flujo de la norma y vean el resultado final, porque si nos perdemos viendo árboles aislados del bosque no podremos ver el bosque en su totalidad».
-El grupo «Amarillos por Chile» comentó que la Convención los está «llevando a un callejón sin salida», donde el rechazo sería la única opción. ¿Tampoco están viendo el bosque en su totalidad?
«Me parece que está muy bien que piensen diferente. Me encantaría que no mandaran mensajes por columnas de opinión, sino que pidieran una reunión conmigo y pudiéramos conversar y conocernos. Leo y estoy muy atento a lo que ellos y y otras personas dicen. Ojalá no sólo hubieran amarillos, hubieran verdes, morados, violeta y distintas opiniones para contribuir a esto porque es de todos. Yo puedo estar de acuerdo o no con una propuesta u otra, pero el proceso mismo de sentarnos democráticamente y discutir es un proceso hermoso que tenemos que valorar y no nos lo podemos farrear. Así que bienvenidos los amarillos, los verdes y los rojos”.
-¿Qué espera del nuevo Gobierno en cuanto a la relación con la Convención?
«En realidad estamos terminando el proceso constituyente, ya pasó más de la mitad del tiempo. Yo valoro y admiro mucho el trabajo del presidente Boric, de hecho hice campaña por él. Ayudé a formar comandos y estuve en actividades, llamé a votar por él y voté por él. La suerte está echada en el proceso constituyente y la verdad es que agradezco que se la haya jugado porque esto exista, pese a todas las dudas que generó al principio. Pero no creo que cambie mucho para nosotros ahora que los presupuestos, los plazos y todo el resto ya está sancionado».
«Me parece que está muy bien que (Amarillos por Chile) piensen diferente, me encantaría que no mandaran mensajes por columnas de opinión sino que pidieran una reunión conmigo y pudiéramos conversar y conocernos».
-¿Ha ayudado el papel de la prensa a la Convención o tiene alguna crítica?
«Los medios juegan un rol fundamental en cualquier democracia sana, para poder informar lo que está pasando. Tienen que informar las cosas de relevancia pública y que también sean de interés público. Pero en un país como Chile, que no tiene educación cívica y que tiene una participación política baja, la educación cívica es un desafío. A mí en el colegio nunca me dijeron como se tramitaba una ley. Nunca me motivaron a ver la importancia de votar. Entonces vivimos en una sociedad muy precaria en esos términos. Eso genera que las personas se interesen mucho más en una mentira de un convencional sobre una enfermedad que en que estemos votando sobre el derecho a la propiedad o a la salud.
Por eso todos los días, cuando ingreso los periodistas me preguntan algo sobre el convencional Rojas Vade, les respondo: ‘Oye pero hoy estamos discutiendo sobre el derecho a la salud’. Y luego veo la cuña sobre Rojas Vade pero no sale el derecho a la salud. No diría que es un problema de los periodistas. Los medios cubren lo que la gente tiene más interés de ver. Basta con ver en redes sociales y hablar con mis amigos o mi familia para saber que lo que genera interés público no siempre son las cosas más relevantes. Creo que es un desafío de la sociedad más que del gremio de periodistas». Δ