Ciertamente, se esperaba que fuera una sesión compleja. Solo calculando números se podía adivinar. Había que hacerse cargo de 19 artículos del informe de reemplazo de la comisión de Derechos Fundamentales: aunque a simple vista no parece mucho, el número de indicaciones relacionadas batía récord. Convencionales de Vamos por Chile habían incluido 149 indicaciones destinadas a eliminar, sustituir o cambiar palabras de los incisos. Eso podía traducirse en -al menos- 200 votaciones y obligaba a partir el Pleno deliberativo número 22 sabiendo que la jornada prometía una noche en vela: pasar de largo para terminar al día siguiente, quizá a eso de las 9:00 de la mañana del jueves 31, último día de marzo.
Pero lo que empezó como una promesa de cansancio insoportable empezó, en los discursos previos a las votaciones, a superar el límite de los nervios. El asunto se exacerbó. Hubo gritos, hubo interrupciones, hubo carteles, hubo frases duras. Fue muy difícil. Para hacer registro, hemos decidido hacer un recuento, una selección, un punteo, la crónica de un Pleno por completo exacerbado.
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El cansancio de los convencionales en el viejo edificio de Morandé con Compañía se siente desde que en febrero comenzaron las votaciones plenarias. «Ya se nos está cayendo el pelo», decía Valentina Miranda (PC). «Nos están matando con estas jornadas», comentaba Bessy Gallardo (PRO). Claramente la Convención Constituyente ha sido una vorágine de normas, indicaciones, votaciones, comisiones, subcomisiones y un largo etcétera que esta semana terminó por caldear los ánimos. Justo ahora que restan solo tres meses para la entrega final. Cada segundo cuenta, y eso lo saben todos.
Internamente se conoce a Derechos Fundamentales como el «Pleno chico», porque sus contenidos levantan pasiones, y de todos los sectores. Entre miércoles y jueves, en el hemiciclo real, el volcán explotó.
La votación sobre el informe de reemplazo aún no comenzaba y ya las recriminaciones desde todos los sectores políticos convirtió el plenario en un round de fuertes discursos. A favor de algunos artículos o en contra de otros. Muchos bajo la premisa de la “Constitución indigenista”.
Habitualmente, esta comisión es un escenario de roces intensos entre la centroderecha, la izquierda y los escaños reservados. Múltiples acusaciones atraviesan las sesiones de un lado al otro. Se increpan, se burlan, se enojan y suben la voz en votaciones que se extienden hasta la madrugada. La dinámica era conocida por quienes componen este grupo, pero el Pleno la vivió sólo ahora en gloria y majestad.

Treinta y tres son los convencionales que componen la comisión -la más numerosa- y es por reglamento la que abarca el más amplio catálogo de temas. Como mínimo, esta instancia debe redactar, deliberar y votar normas sobre 43 derechos. Las últimas dos semanas han trabajado en dos subcomisiones, para hacer frente a otras 400 indicaciones que quedaban pendientes en el quehacer interno. Durante marzo, además, entregaron material a otras comisiones para que les ayudaran.
¿Por qué tanto? Bueno, entre algunos convencionales se asegura que Vamos por Chile insiste en ingresar indicaciones para entorpecer el trabajo y afectar la calidad, por medio de resquicios reglamentarios. Desde ese Vamos por Chile, en cambio, dicen que están haciendo su trabajo, al abordar en detalle las propuestas y hacer sus sugerencias. Como sea, los reclamos que se oyen en las sesiones de la comisión se repitieron en el Pleno.
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La sesión deliberativa número 22, del miércoles 30 de marzo, comenzó a las 15:00 horas. El detonante de las controversias fueron las 149 indicaciones que Rocío Cantuarias (Evópoli) y Bárbara Rebolledo (Evópoli) realizaron a los artículos. «Evidentemente el trabajo ha sido extenuante. Prácticas como éstas, que dilatan la discusión, se han vivido en la comisión y ahora en el Pleno. El mismo sector que se llena la boca con el principio de cuidado, que tenga el honor de retirar las indicaciones subsidiarias que propusieron», dijo Damaris Abarca (CS) al final de un debate reglamentario con múltiples recriminaciones cruzadas.
«Prácticas como éstas solo vienen a obstruir la posibilidad de entregar a tiempo una propuesta de nueva Constitución. No tiene por objeto mejorar la técnica, la redacción o el sentido y el alcance de las normas propuestas con aras al consenso y la sensatez». Amaya Álvez, vicepresidenta adjunta (RD)
Las indicaciones subsidiarias son aquellas que buscan cambiar el contenido de un inciso, luego de solicitar la eliminación del mismo. Amaya Álvez, una de las integrantes de la Mesa Ampliada, publicada a propósito de eso en su cuenta de Twitter, lo siguiente: «Prácticas como éstas solo vienen a obstruir la posibilidad de entregar a tiempo una propuesta de nueva Constitución. No tiene por objeto mejorar la técnica, la redacción o el sentido y alcance de las normas propuestas con aras al consenso y la sensatez».
Tras una hora de discusión, a las 16:00 horas, la Mesa indicó que se tomarían cinco minutos para deliberar y tomar una decisión, y se retiraron a una sala de reuniones. Convencionales expectantes, que esperaban dispersos entre los patios y pasillos del ex Congreso, vieron cómo esos cinco minutos se convirtieron en 50.
Vamos por Chile se reunió en el frontis del edificio bajo la nube de humo de los cigarrillos que la mayoría tenía entre sus dedos. La conversación era informal y el círculo reducido. «El voto de la Amaya nos va a cagar, se sabe», afirmaba uno de ellos, aludiendo al voto de la vicepresidenta. Los integrantes de la Mesa debatían entre eliminar todas las indicaciones subsidiarias o aceptarlas, lo que habría extendido la sesión hasta el día siguiente.
Al fin, la Mesa volvió a su lugar al centro del hemiciclo y el secretario general, Jonh Smok (o Don John, como es conocido por todos, o DonYon, como se le llama en los chats de YouTube), dio cuenta de la resolución: no se aceptarán indicaciones subsidiarias a partir del siguiente Pleno. Es decir, para esta sesión en curso sí se tendrían que votar.
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Zanjado el tema, se dio inicio al verdadero debate sobre las normas contenidas en el Informe, para lo que había tres horas. Nuevamente, se desató una escalada de protestas, de reclamos cruzados y de interrupciones entre los opuestos políticos. «Me siento obligada a referirme a las palabras de unos convencionales acá. En la comisión vivimos un acoso constante de ataques indirectos y burlas pasivo-agresivas. Todos sabemos quiénes son y ya no parece político sino que personal, vivencial, como si dependieran de atacarnos», afirmó Lidia González (pueblo Yagán).
«En la comisión vivimos un acoso constante de ataques indirectos y burlas pasivo-agresivas. Todos sabemos quienes son y ya no parece político sino que personal, vivencial, como si dependieran de atacarnos». Lidia González (yagán).
Mientras ella hablaba, al lado derecho de la sala, Teresa Marinovic gritaba fuera de micrófono: «¡Tú eres la vístima!». «¡Tú eres la vístima!». La convencional del PR alzaba un cartel que, junto a Rocío Cantuarias, fabricaron para usar en la comisión de Derechos Fundamentales. El cartel reza la leyenda «Visti/puntos» y las constituyentes lo usan dependiendo del dramatismo del argumento, en la deliberación de sus pares. En medio de las intervenciones levantan carteles con los números 10, 100 o 1.000, según lo que consideran es una especie de indicador de victimización. En la jornada, las palabras de González sirvieron para gatillar su ránking.
Desde la Mesa advirtieron la situación y pidieron evitar los intercambios, porque que ya varios estaban increpando a Marinovic. Don John aconsejaba: «Evitemos los diálogos». En un momento se oyó a alguien diciéndole a Marinovic: «O lo sacas o te lo quito». «¡Orden en la sala! Esto no contribuye al diálogo que queremos tener en este Pleno», insistía la presidenta. «No hay nadie que esté con el cartel levantándolo, molestando. Péguelo por favor y eso. Se queda tranquila para que podamos continuar con el trabajo de deliberación», añadió.
Tras la mezcolanza de reclamos, la única que perdió fue Lidia González, a quien le quedaron escasos segundos para seguir su discurso. La frustración era evidente en su rostro. Eran casi las 8 de la noche y ni siquiera había comenzar la votación de al menos diez horas que quedaba por delante.
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El contenido del informe tenía -por lo bajo- dos artículos perfectos para incendiar el debate: el derecho a la propiedad y el derecho a la propiedad indígena. Katerine Montealegre argumentó parte de las aprehensiones que Vamos por Chile tiene frente a estas normas: «Lo preocupante no es que se proteja la propiedad indígena, sino que la forma en que está redactada esta norma y la restitución y control territorial que exigen (…) inevitablemente chocará con el derecho de propiedad de otros chilenos, a los que hoy han dejado en total indefensión».
Rosa Catrileo (pueblo Mapuche), casi sin aire para alcanzar a ocupar su tiempo, aclaró: «De los más de 130 artículos aprobados, solo 12 hacen referencia a los derechos de los pueblos indígenas. Eso da muestra del discurso rancio y falaz que se intenta instalar. El reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas no implica desconocer los derechos de otros».
Corren los minutos y toca el turno a Harry Jurgensen (RN). Toma la palabra sólo para decir: «Es para cederle mis minutos a la convencional Margarita Letelier (UDI)«. Don John rápidamente le concede el uso del micrófono, pero ella aclara que los minutos de ambos en realidad van a Teresa Marinovic. «¡Ohhh, noo!», se escucha en el Pleno. Ignorando a sus colegas, Marinovic comienza: «Ustedes dicen que son representantes de los pueblos, pero eso es mentira. Están aquí porque les aseguraron cupos. Que saluden con ‘mari mari’, ‘kamisaraki’ no basta, no los acredita como representantes de nadie. Activistas políticos, grupos de interés, eso son, y hay que felicitarlos porque han sido por lejos los mejores políticos de la Convención».
«Ustedes dicen que son representantes de los pueblos, pero eso es mentira. Están aquí porque les aseguraron cupos. Que saluden con ‘mari mari’, ‘kamisaraki’ no basta, no los acredita como representantes de nadie». Teresa Marinovic
«Muchas gracias, señor secretario», dice Marinovic al finalizar con un tono completamente diferente, apacible, que hace reír a su compañera Carol Bown (UDI). Desde una sala contigua, sin embargo, la representante kawéskar, Margarita Vargas, que también es coordinadora de la Comisión de Pueblos Originarios, no está para risas: «Quiero empezar pidiendo perdón. Por los dichos de algunos convencionales conservadores, que nos han catalogado como privilegiados y activistas políticos. Por la forma en que nos siguen tratando. Sabíamos a lo que veníamos, pero no que la persecución iba a estar tan presente».
Rocío Cantuarias, la autora de 97 de las 164 indicaciones votadas, desde una sala contigua al hemiciclo, tomó la palabra. Leyó su discurso desde un computador que luce un sticker con la leyenda «Trust me, I’m a lawyer» (Confía en mí, soy abogada): «Es raro», partió. «La forma en que muchos de ustedes llegaron acá fue rara. Raro que vinieran con atuendos tradicionales y que en la foto de redes sociales no los usaran. Raro que les costara hablar y que a veces tuvieran que leer con harta dificultad exposiciones en una lengua que se supone conocen perfectamente. Sus discursos victimistas, sus lamentos. Háganle reverencias a la convencional Linconao, agachen la cabeza cuando se proclame autoridad y pide que le llamen Machi. No cederemos por paternalismo, porque sabemos que no son inofensivos ni bien intencionados. Esta no será la Constitución para la República de Chile. Este es el texto adecuado para una plurinación bananera”.
No es claro cuáles fueron las reacciones del resto de los convencionales a esos dichos. Sí fue evidente la molestia de uno, Daniel Stingo (RD), quien dijo: «Iba a hacer un comentario sobre lo que dijo la convencional Montealegre. Pero, después de escucharla, mejor que su veneno y su odio se los trague ella sola. Sí voy a hablar sobre Cantuarias, quien durante seis minutos habló en contra de los convencionales de pueblos originarios. Los denostó, los descalificó y luego huyó rápidamente, porque ella habla a la cámara y luego se va, no da la cara».
Ya eran casi las 11 de la noche y los últimos discursos se hacían ante un Pleno que cada vez tenía menos convencionales presentes. La mayoría estaba en sus casas, oyendo de forma telemática. Fue entonces el turno de la ex presidenta de la CC, Elisa Loncon. No desaprovechó la oportunidad para responder a Cantuarias. Usó una prosa trabajada y con un tono más bien contenido: «Tener la opción de un traje tradicional no es malo. Hablar las lenguas indígenas, tampoco. Que tengamos una autoridad machi en este proceso es digno de orgullo. La gente de la derecha que nos maltrata no ha aprendido a dialogar. No saben escuchar ni menos respetar. Por nuestros niños, no discriminen, no mientan, no prosigan con estas malas prácticas».
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«La gente de la derecha que nos maltrata no ha aprendido a dialogar, no saben escuchar ni menos respetar. Por nuestros niños, no discriminen, no mientan, no prosigan con estas malas prácticas”. Elisa Loncon (mapuche).
Cuando terminó la discusión, al menos de manera formal, comenzó la votación. Indicaciones del tipo «sustituir la expresión ‘El contenido y los’ por la palabra ‘los'» fueron la tónica de las horas venideras. El agobio de los presentes crecía sin techo. Mientras, un Don John aparentemente inmutable repetía la misma pregunta una y otra y otra vez: «¿Han votado las señoras y señores convencionales?».
Todos estaban preocupados. Asesores y convencionales. Como viviendo de modo anticipado la condena de la larga noche que les esperaba. La comisión de Sistemas de Justicia indicó entonces que no se realizaría la sesión agendada para el día siguiente. Así, los coordinadores del resto de los grupos temáticos comenzaron a cuestionarse si era posible dejar de trabajar a las 9:00 del jueves 31, para comenzar una jornada de temas propios a las 9:30. Imposible e inhumano.
Finalmente saltó una medida sensata: «La sesión se suspenderá a las 00 horas y será retomada mañana a las 9:30», dijo la presidenta María Elisa Quinteros (MSC). El Pleno que suspiró aliviado.
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A las 10:30 del jueves 31, último día de marzo, fue retomada la sesión del Pleno más largo (hasta ahora) de la historia de la Convención. Había menos integrantes en la sala y rápidamente llamó la atención la ausencia de Vamos por Chile.
En el lado derecho del hemiciclo, que es su sitio, sólo estaban ocupando sus puestos Hernan Larraín (Evópoli) y Arturo Zúñiga (UDI). Se respiraba un aire nuevo y las horas de descanso se notaban en las caras de los convencionales. En los recesos sonreían y conversaban sentados en las escaleras del viejo edificio de Morandé con Compañía. El buen ánimo subió más cuando, a eso de las 13:00 horas, un escenario móvil se estacionó a la salida: venía con la mítica Sonora de Tommy Rey, que hizo bailar incluso al único demócrata cristiano de la CC, Fuad Chahín.

De regreso a la realidad se oyó el vaticinio esperanzado del ex vicepresidente Jaime Bassa (CS): «Terminaremos antes de las 8 PM». Votación tras votación, los convencionales fueron apretando las tecleras, para aprobar o rechazar con rutinario desinterés. Se aprobaron normas relevantes, como el derecho a la identidad, pero no pasó ninguna de las decenas de indicaciones de Cantuarias y de Rebolledo. Por lo general lograron un máximo de 30 votos a favor. Cada vez que el indicador marcaba más de 103 votos -lo que en este caso significaba pasar al borrador constitucional- se escuchaban celebraciones breves y aplausos. El tono del día jueves era sin duda diferente, muy diferente.
Como quien pregunta cuánto falta para llegar al destino vacacional, a eso de las 4:20 de la tarde, Ingrid Villena (Pueblo Constituyente) pide la palabra para consultar a Don John: «¿Cuántos artículos faltan?». El secretario responde que 10. A su lado, su mano derecha, el secretario Leo Jorquera, en tono de burla agrega: «Y cada uno con 30 indicaciones». Dos horas pasaron hasta que Don John dice al micrófono la frase que todos querían escuchar tras un Pleno que -con interrupciones- duró 17 horas: «No hay más votaciones, señora presidenta». Δ