Por Jessica Herrera y Rodrigo Córdova
El 2 de febrero, sólo dos días antes de que la actual mesa directiva de la Convención Constitucional cumpliera un mes en la testera, se supo que la periodista Lorena Penjean, entonces directora de la Secretaría de Comunicaciones del organismo, había decidido dar un paso al costado: “He llegado a la conclusión de que no existe la cohesión interna ni la voluntad que se requiere para desplegar una estrategia comunicacional profesional y acorde a la magnitud del desafío. Un Plan de Comunicaciones a la altura de la ciudadanía”, decía su correo electrónico de renuncia.
De inmediato, se encendió la alarma de crisis. La presidenta de la CC, María Elisa Quinteros, y el vicepresidente, Gaspar Domínguez, debieron salir a poner los paños fríos en un escenario que tiene a las comisiones aprobando normas en general y con discusiones de fondo.
Problemas de comunicación, falta de educación ciudadana e insuficiente apertura de los integrantes de la Mesa Ampliada para difundir y evitar conflictos son los principales ejes de roce en estas primeras cuatro semanas de la nueva mesa.
Problemas de comunicación, falta de educación ciudadana e insuficiente apertura de los integrantes de la Mesa Ampliada para difundir y evitar conflictos son los principales ejes de roce en estas primeras cuatro semanas de la nueva mesa. Como punto a favor, se cita la participación ciudadana, que fue establecida como una de las grandes prioridades. Logró casi un millón de apoyos digitales y fue considerada un éxito: se sacó adelante, a pesar de la escasez de tiempo y de recursos.
Una de las tareas fue fortalecer al equipo de trabajo, con un periodista a cargo de cada una de las siete comisiones. Se añadió un equipo audiovisual y se implementó un punto de prensa diario, en el que Domínguez y Quinteros dan a conocer los avances. El eje comunicacional parecía andar bien a pesar de la cantidad de trabajo. Hasta que llegó la renuncia de Penjean, quien habló de “presupuesto inexistente» y de «factores directamente dependientes del comportamiento de las y los constituyentes, de la Mesa Directiva y, en especial, de la Presidenta Quinteros”.
La comunicación estratégica fue uno de los puntos más criticados de la mesa directiva anterior, que lideraban Elisa Loncon y Jaime Bassa. Quinteros y Domínguez asumieron que era imprescindible tener una visión institucional de la CC.
La comunicación estratégica fue uno de los puntos más criticados de la mesa directiva anterior, que lideraban Elisa Loncon y Jaime Bassa. Quinteros y Domínguez asumieron que era imprescindible tener una visión institucional de la CC, más allá de la partidista o representativa de un sólo sector: «En esta presidencia tenemos tres grandes desafíos. Uno es lo comunicacional, que ya desde el lunes me encargo de eso, de ir a todo lo que hay que ir, por lo pronto necesito entrenamiento, ver cómo abordar los medios», dijo Quinteros tras asumir en una actividad en Talca. Hace una semana se mostraba relativamente conforme en una entrevista con Votamos Tod@s: «Creo que hemos avanzado».
Se revelaron, además, las precarias condiciones de operación del equipo de Comunicaciones. Quinteros respondió haciendo énfasis en que hay 14 funcionarios en el área: “Vamos a seguir trabajando para consolidar el legado que Lorena deja. Ha hecho un trabajo tremendo en la Convención”.
Fuentes internas de la CC indican que hay desconocimiento de la labor de comunicaciones y de la relevancia estratégica que tiene. Eso, se añade, ha generado fricciones en las que el vicepresidente Domínguez ha surgido como una figura más conciliadora. Se señala que los más efectivos en comunicar «han sido los vicepresidentes» y se añade: «Se nota mucho un ánimo más pedagógico y comunicacional de Gaspar, porque entiende mucho más las dinámicas y formatos de consumo”.
Una fuente vinculada a la comunicación política desde hace más de 15 años, que ha trabajado en partidos, con parlamentarios y en ministerios, apunta a un problema de origen: “Un cierto ninguneo a los medios y un ánimo de desconfianza desde algunos sectores”. La experta advierte que existe un poco interés en general por comunicar. Añade que sucede en todo tipo de organizaciones e instituciones: “Creen que por el solo hecho de existir, todo fluye, pero no es así. Hay decisiones estratégicas detrás, que deben contar con el respaldo de las autoridades, y eso no ha sucedido acá”.
Sobre la vinculación de entidades como la CC con el ecosistema externo: “Creen que por el solo hecho de existir, todo fluye, pero no es así. Hay decisiones estratégicas detrás, que deben contar con el respaldo de las autoridades, y eso no ha sucedido acá”.
Muchos convencionales y la propia Quinteros hacen resúmenes laborales a través de sus cuentas de redes sociales. La experta marca una distinción clara: “Entregar el relato de lo que pasa en un día no es comunicar. Para comunicar hay que procesar, establecer énfasis». Añade que desde la institución se debe dar material «que enriquezca el trabajo de los medios, anticiparse a sus necesidades porque se debe entender el rol de los medios en la opinión pública, más allá de cómo están conformados los medios en Chile”.
El último punto que destaca la especialista son los egos: “Eso afecta bastante y creo que ha sucedido en la CC, porque además son personas que tienen currículums destacados, pero sin experiencia en los medios. Las redes sociales no son suficientes».

Otro de los objetivos de la nueva mesa es impulsar los métodos de participación ciudadana y en particular la Consulta Indígena, mecanismos que el mismo organismo estableció en su reglamento. La CC recogió herramientas de participación popular que ya se utilizaron en el proceso constituyente que impulsó la ex presidenta Michelle Bachelet y otras que son más innovadoras, como las Iniciativas Populares de Norma y los Cabildos penitenciarios.
Las Iniciativas Populares de Norma, que la ciudadanía apoyaba a través de la plataforma, fueron el primer mecanismo en levantarse y el primero en concluir. Tuvo un inicio con obstáculos, principalmente por la plataforma web, pero cerró con la participación de casi 1.000.000 de personas. Cargo, además, con un sesgo digital, porque era casi la única forma de participar. Los resultados revelaron un contraste entre la participación que existió en la Región Metropolitana y zonas más aisladas. Pese a todo, Quinteros sacó un balance positivo y el vicepresidente adjunto, Tomas Laibe (CS), rescató el mecanismo de democracia directa y declaró que esta herramienta “llegó para quedarse”.

Los Cabildos y Encuentros Autoconvocados están disponibles desde la primera semana de enero, pero su popularidad es menor. La idea es que la ciudadanía levante información sobre los territorios y la entregue a la Convención, para que los constituyentes puedan usarla en las comisiones temáticas. Este proceso sigue abierto, pero desde la mesa no se ha hecho ningún énfasis o invitación a participar. En ese sentido, se ha dado incluso más énfasis a la «Once Constituyente», que es organizada por por 10 organizaciones de la sociedad civil, que son apoyadas por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Un caso distinto son los Cabildos Penitenciarios. Hace solo una semana que se abrió este proceso. No estaba contemplado como mecanismo de participación popular y ahora es una realidad. Tras un acuerdo de la CC con el Ministerio de Justicia, Gendarmería y la Red Nacional de Cabildos Penitenciarios. Esta es una iniciativa que se buscaba materializar desde 2019, después del estallido social. Según el último informe del INE del 2020, en Chile existen 47.000 personas privadas de libertad. No se sabe bien la cantidad de personas que podría participar de este proceso porque será voluntario.

Un tercer elemento es la Consulta Indígena y, al respecto, asesores del organismo confiesan: “Hay un nerviosismo transversal en la CC de que no resulte”. Este sentimiento no es infundado ya que, tras la división de los escaños reservados y la lentitud del proceso, existe el riesgo real de que la Consulta sea ilegítima o insuficiente para representar a todos los pueblos.
La posibilidad de ese fracaso está en la mesa de María Elisa Quinteros desde que asumió la presidencia y estableció contactos directos con la coordinación de la Comisión de Derechos Indígenas. A pesar de que la presidenta anterior, Elisa Loncon, es representante mapuche e integra la Comisión a cargo, no logró aunar los acuerdos urgentes para iniciar el proceso. Quinteros asistió a la presentación de la metodología detrás de la Consulta, para conocer de las etapas futuras, el presupuesto necesario y dar inicio, al fin, el pasado 26 de enero. El rol activo de Quinteros fue bien evaluado por la Secretaría Técnica. Destacan que “se la ha jugado” y que se involucró personalmente para establecer convenios y asegurar el financiamiento.
Esta diferencia de actitud -se señala- está presente también en la relación de Quinteros con diversas entidades gubernamentales. La nueva presidenta buscó concretar alianzas no sólo con municipios y gobiernos regionales, sino que también con los ministerios de Desarrollo Social, con especial énfasis en la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi), el de Culturas y Patrimonio, la Secretaría General de la Presidencia (Segpres) y Educación. Son todos entes decisivos para asegurar los recursos humanos requeridos en la Consulta. Δ