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rtículo XX: La Constitución declara que los anteriores poderes Legislativo, Judicial y Ejecutivo son disueltos. En su reemplazo, nace la Asamblea Plurinacional de las y los Trabajadores y los Pueblos». Con este inicio de articulado, al que seguían definiciones como que esa asamblea sería compuesta por 600 miembros elegidos de estamentos como la suboficialidad de las Fuerzas Armados o que los sueldos de los representantes políticos no podrán ser superiores al de un obrero calificado de la Gran Minería del Cobre, la convencional María Magdalena Rivera Iribarren (D8) -abogada, de 59 años- esparció pólvora el 9 de febrero por el hemiciclo, el exCongreso y sus patios, los medios y algunos rincones del proceso que lleva adelante la Convención Constituyente.
Ese día se conoció su propuesta de norma «Por la Disolución de los actuales Poderes del Estado y la creación de la Asamblea Plurinacional de las y los Trabajadores y los Pueblos», que fue presentada en la Comisión de Sistema Político con la firma de ocho convencionales, incluida ella misma. Junto a su rúbrica, figuraban las de Carolina Vilches, Ivanna Olivares, Isabel Godoy, Alejandra Pérez, Eric Chinga, Elsa Labraña y Dayyana González.

Como se conoce en la jerga CC, la iniciativa de norma de Rivera no «flotó» y -declaran cercanos- se esperaba que no lo hiciera. Un día después de presentada, la comisión respectiva la rechazó en general -y entre aplausos- con 25 votos en contra y ni uno solo a favor. Entre quienes la descartaron estaba una de sus patrocinantes, la convencional Pérez.
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La vida política de María Rivera empezó a los 12 años, apoyando la candidatura de Salvador Allende a la presidencia de la República en 1970. A los 14 años ingresó a la organización de secundarios Frente de Estudiantes Movilizados, ligados al MIR. El advenimiento de la dictadura le significó ser detenida y luego víctima de violaciones a los Derechos Humanos. En 2004 fue reconocida por la Comisión Valech, como “sobreviviente de la prisión política y torturas”, tras ser capturada por la Central Nacional de Informaciones (CNI) y enviada al cuartel Borgoño de Santiago, uno de los mayores centros de detención. Al salir de ahí se exilió: pasó 7 años en Argentina. Volvió a Chile en 1990.
A su regreso, retomó la actividad política. Formó parte del Movimiento Internacional de Trabajadores; estudió leyes en la Universidad Bolivariana, y fundó en 2008 la organización Defensa Popular, que se dedica a otorgar servicios de defensoría penal sin costo a víctimas de represión estatal. Si para 2019 Rivera ya tenía recorrido, durante el estallido social de octubre se hizo definitivamente conocida, porque se volcó en la defensa de los manifestantes conocidos como «primera línea», que eran quienes protagonizaban los mayores enfrentamientos con las fuerzas de seguridad y orden.

Lorena y Karen integran de una colectiva feminista de Maipú. Prefieren reservar sus apellidos para esta nota. Ambas han seguido el proceso de Rivera. Para Lorena, los cambios que pueden conseguirse por la vía institucional -y la CC es una de ellas- «no son un frente de lucha». Sabe, sin embargo, que la abogada ha hecho «mucho por la protesta social». Destaca su asesoría y representación «a compañeros y compañeras perseguidos por el Estado capitalista». Desde su perspectiva, ese trabajo le ha dado «el reconocimiento que tiene dentro de los movimientos sociales”.
«Quienes siguen cuestionándose el sistema institucional” agradecen que convencionales como Rivera “hablen claro» de los temas y «sin tanta redundancia adornada de tecnicismo progre» que «opaca la lucha de clases”, reflexionan dos integrantes de una colectiva feminista de Maipú, que han seguido la trayectoria de María Rivera.
Tanto Lorena como Karen piensan que “quienes siguen cuestionándose el sistema institucional” agradecen que convencionales como Rivera “hablen claro» de los temas y «sin tanta redundancia adornada de tecnicismo progre» que «opaca la lucha de clases”.
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María Rivera llegó al ex Congreso formando parte de la Lista del Pueblo, un conglomerado de izquierda proveniente de movimientos sociales, formado por independientes de cara a la Convención. Parte de su agenda era la liberación de los presos de la revuelta, como se conoce al grupo de manifestantes del estallido que aun está tras las rejas. Tras la disolución de la Lista del Pueblo, a causa de un escándalo de financiamiento, Rivera forma parte de la Coordinadora Plurinacional, una agrupación que junta a ex Lista del Pueblo con un grupo de convencionales de escaños reservados.
Ni uno solo de sus compañeros de colectivo y nadie de la izquierda convencional le brindó apoyo al momento de votar la iniciativa Iniciativa constituyente. El texto afirma que «el modo de producción capitalista, dominante en todo el planeta, tiene consecuencias nefastas para la humanidad y el conjunto de la naturaleza». Cita entre sus referentes una Lira Popular de los años 1960, que era cantada por mineros de Lota en asambleas obreras y que forma parte del libro “Poesía Popular Minera en el Periódico el Siglo (1952-1958)”, de Héctor Uribe Ulloa.
«No se qué ha pasado que la tenga hoy en día, año 2022, un discurso de los años de 1950 o antes. Me sorprende, no lo comprendo y por supuesto no comparto sus ideas políticas. Pero es una mujer muy grata con quien convivir y con quien ir en terreno». Bernardo de la Maza
«Yo conocí poco a María Rivera, porque en la campaña nunca coincidimos. Pero como convencionales hicimos un grupo con los 7 constituyentes del Distrito 8 y participamos en muchas actividades juntos como en cabildos. Ella siempre tuvo una actitud muy agradable, muy tranquila. Sus discursos en general eran bastante moderados. Es muy buena persona y muy cálida», dice el constituyente Bernardo de la Maza (independiente por Evópoli).
De la Maza recuerda que Rivera ya había hecho un discurso político «bien apasionado y de izquierda» en el Pleno. Pero aquella vez, añade, estuvo «muy lejos del extremo» al que llegó ahora: «Esto de llamar a los soviets y de que el pueblo se tome el poder me pareció, francamente, sorprendente». De la Maza reflexiona: «No se qué ha pasado que la tenga hoy en día, año 2022, un discurso de los años de 1950 o antes. Me sorprende, no lo comprendo y por supuesto no comparto sus ideas políticas. Pero es una mujer muy grata con quien convivir y con quien ir en terreno».
“Tiene todo el derecho de tener la opinión que tiene y de hacer las propuestas que estime conveniente. Todos los demás tienen el derecho de disentir de ella”. Roberto Celedón
El convencional y abogado Roberto Celedón (D17 y Chile Digno) comparte historia con María Rivera como prisionero político. Dice comprender perfectamente desde qué lugar vienen sus propuestas y añade: “Tengo los mejores comentarios sobre ella”. Trabajaron juntos en la Comisión Transitoria de DD.HH. en la Convención el año pasado. Celedón cuenta que se encontró con “una persona seria y responsable, que también tiene una muy buena dinámica de trabajo colectivo”. Sostiene también que vio un compromiso político «muy decidido» en ella: “Siempre trata de ser consecuente, independientemente de la aceptabilidad o no de sus posiciones”.
Hay voces críticas. Dicen que ingresar propuestas como ésta, que no tienen futuro en el Pleno de cara al texto constituyente es una pérdida de tiempo. Pero Celedón no está de acuerdo: “Tiene todo el derecho de tener la opinión que tiene y de hacer las propuestas que estime conveniente. Todos los demás tienen el derecho de disentir de ella”. En los disensos, explica Celedón, “su respuesta siempre es respetuosa, a diferencia de otras voces que son muy descalificatorias, muy tóxicas y que hacen el diálogo con ellas muy difícil”.

Respecto a la norma Lorena, una de las integrantes de la colectiva feminista de Maipú, dice compartir todo lo que Rivera expone: “Me emociono”, dice, “y mi piño, igual”. Ella le agradece a la convecional «que proponga estos temas sobre la mesa», independientemente de los resultados y las votaciones. Y asegura no extrañarse de la negativa del Partido Comunista a apoyar esta iniciativa de norma: “Se espantan cuando una compañera trae nuevamente al debate público las consignas marxistas, de lucha de clases, de revolución».
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Para muchos convencionales, la iniciativa de norma propuesta por María Rivera contemplaba una “refundación” o “una dictadura”. El ex vicepresidente de la CC, Jaime Bassa, la definió así: “Una propuesta que está absolutamente fuera de los márgenes culturales de nuestro país”.
¿Qué buscaba la convencional con esta iniciativa? Un integrante del equipo de Rivera afirma que el texto se interpreta como una propuesta para «democratizar el poder» y luego explica: “La democracia debe partir desde abajo, desde las organizaciones sociales, territoriales, lugares de trabajo y estudio”. Para él, la separación de los poderes del Estado «es insuficiente para garantizar una democracia» y por eso estos poderes deben disolverse.
¿Por qué? La idea se grafica más o menos así: los poderes del Estado “sirven a los intereses de los grandes capitalistas” y, si estos grandes capitalistas pierden el control de alguno de estos poderes, pueden servirse de los otros dos para boicotear: “Eso queda muy evidente con la experiencia de Allende y la UP. Aunque hoy los dueños del país pierdan el poder ejecutivo, siguen manteniendo el control de las Fuerzas Armadas, de la Corte Suprema o de gran parte del Parlamento”.
La iniciativa de norma presentada por Rivera, explican, tiene como principio fundamental “la paz entre los pueblos y el rechazo a cualquier forma de anexión de territorios tradicionalmente ocupados por otros pueblos” y se sustenta en una lectura histórica del nacimiento de la división de los Poderes del Estado en la Revolución Francesa. Δ
REVISA AQUÍ EL DISCURSO DE APERTURA DE MARÍA RIVERA: