De convencional a presidenta. El cambio que ha vivido María Elisa Quinteros –MEQ en sus redes sociales- le ha dado una mayor carga de trabajo. Ella lo enfrenta con dos recetas que manejaba desde antes: meditación y yoga. No piensa mucho en las expectativas del fin del proceso, sino que se concentra en la tarea. Reconoce que significa mucho agobio a ratos, pero se mudó de Talca a Santiago y ganó comodidad para trabajar junto a su equipo y conocer la generosidad de la gente anónima, que incluso le hizo llegar muebles para su nuevo departamento.
Antes de ser convencional, fue directora del departamento de Salud Pública de la Universidad de Talca, y antes trabajó durante ocho años en el Departamento de Salud Municipal de Hualañé, en el Maule Norte. Desde esa experiencia vivió la descentralización y la precariedad de la salud en el mundo rural. Por otra parte, su viaje a la India, donde conoció diversas religiones, le dio una forma de ver la sociedad desde lo cultural y las biografías personales. Llegó a ser convencional con cupo independiente y obtuvo 12.485 votos. Su forma de trabajo en la coordinación del Comité de Ética de la CC y su tono dialogante la llevaron a ocupar el cargo más importante del proceso constitucional.

-¿Cómo ha sido el cambio entre ser convencional a ser presidenta?
«Muy grande. Ya al ser convencional tenía un sobrecarga de trabajo bastante amplia. Ahora es en tareas múltiples, multi-task total. Con muchas labores y decisiones que tomar. Pero me ha facilitado el conocer la dinámica por seis meses. Conozco cómo funciona, es mucho más sencillo porque está todo armado, organizado, las unidades funcionan por sí mismas. Entonces básicamente es conducir y tomar decisiones, pero muy agotador».
-En términos de exposición y de responsabilidad, ¿cómo le ha afectado? ¿Le cuesta dormir?
«Sí, por supuesto. Estuve con angustia los primeros dos días. Eso lo manejé súper bien. Afortunadamente tengo la capacidad de darme cuenta cuando una situación me está superando y siempre pido ayuda. No sé por qué, pero tengo esa capacidad. Ahora llevo dos días comiendo con apetito. Nunca pensé que me iba a pasar, porque yo siempre tengo hambre, y nunca pensé que no iba a tener hambre. Insomnio también he tenido, pero eso lo he manejado con yoga y meditación. Tomé medicamentos, pero me hicieron mal, no articulaba bien el discurso. No se notó nada la primera semana, pero después los dejé, y ahora ando súper bien».
«Soy muy concreta y orientada a la tarea y tengo la mía clara: cumplir el cronograma, pasar esa etapa».
-¿Yoga y meditación son ejercicios diarios?
«Sí. Ahora último tenía más dejada de lado la meditación. El yoga igual siempre lo practico, sobre todo para los músculos cervicales. Con la meditación me he vuelto a encontrar un poco por necesidad».
-¿Cuándo descubrió el yoga?
«Hace muchos años. Me gané una beca y fui a estudiar a India. Durante el tiempo que viví allá empecé, porque hacían clases de yoga dentro del curso. Empecé de a poquito. A adoptarlo, a ver los beneficios. Además, es una forma de vida también que viene asociado al vegetarianismo y hartas cosas».
-¿La beca fue con intención de profesionalizarse o por algún tipo de búsqueda?
«Me gané una beca en la embajada por funcionaria pública y postulé. Era para mejorar mi inglés y ver un poco indicadores sanitarios. Ahí me fui».
– ¿Se ha visualizado entregándole la propuesta constitucional al presidente Boric?
«No, no he tenido nada así. Soy muy concreta y orientada a la tarea y tengo la mía clara: cumplir el cronograma, pasar esa etapa. Además, nosotros debemos ser ratificados en tres meses, entonces yo no tengo la certeza de que vamos a continuar, sino que estamos trabajando para empujar y empujar durante estos meses».

-Cuándo se ve acomplejada, ¿empatiza con la directiva anterior?
«Yo empatizo con todo el mundo. Tengo mucha conciencia de que todos estamos aquí en el mundo en un proceso que para ninguno es fácil. Todos tenemos distintas dificultades que tolerar y que superar y, en ese sentido, trato de ver siempre a la otra persona. Porque también está sufriendo, está viviendo la experiencia de este mundo. Por eso empatizo con todos».
-Usted dijo en una entrevista que cada uno obedece a una biografía personal. ¿De dónde viene esa visión?
«Viene de dos partes. La primera tiene que ver con la espiritualidad. Me gustan mucho las religiones y creo que todas tienen algo bueno, que en algo ayudan a las personas a ser mejores. Siempre he estudiado y he tenido la oportunidad de conocer mucha gente de muchas religiones: taoísmo, budismo, hinduismo, islam, católico, cristiano. Entonces, creo que en ese contacto he podido mirar desde lo cultural. No desde esta visión que concibe la vida etnocéntrica como la única, sino que hay muchas más.
Lo otro es la formación de salud pública. Desde que uno parte el estudio, la base de todo son los determinantes sociales en la salud. Eso quiere decir que la salud de las personas o la calidad de vida está determinada por cosas sociales. Entonces por eso lo del contexto y la biografía, que tiene que ver con la construcción de lo que somos finalmente. Personas sanas o menos sanas».
-¿Practica alguna religión?
«Soy católica de tradición, pero me gustan todas. Mi familia es católica».
«Se tuvo que venir todo mi equipo, porque estaban todos en Talca. Arrendamos un departamento con la plata que gastábamos en el hotel. Entonces vivimos todos juntos, porque hay harto trabajo después del horario laboral».
-¿Desde cuándo vive en Santiago?
«Desde el domingo 16 de enero. Antes vivía en un hotel. Ahora se tuvo que venir todo mi equipo, porque estaban todos en Talca. Arrendamos un departamento con la plata que gastábamos en el hotel. Entonces vivimos todos juntos, porque hay harto trabajo después del horario laboral».
-¿Cómo ha sido el cambio?
«Súper bueno, porque nos ha ayudado mucha gente. No sé de adonde apareció tanta gente que nos prestó cosas y armaron nuestro departamento. Yo llegué ese día y justo tenía una entrevista en la noche. Llegamos de Talca con nuestras maletas y nos instalamos. Me puse a estudiar para la entrevista, entonces no supe nada del cambio. Cuando salí de la entrevista había mesa, sillón, loza, ollas, plancha. Mucha gente colaboró y lo prestó. También tiene un sentido ecológico, porque pudiésemos haberlo comprado. Pero ¿para qué? Todos tenemos nuestra casa en Talca y no hay necesidad de comprar por comprar. Mucha gente pudo colaborar y estoy muy agradecida de toda esa gente que no conozco.
«Es bonito tener esas experiencias de generosidad -que está muy en el colectivo- de avanzar, de sacar esto adelante»
Pasó algo muy interesante con el vicepresidente. Él quería una pizarra y la escuela del liceo en que estudió le prestó una. Él puso en Twitter o en alguna red: ‘pucha, ¿quien me puede ayudar para traer una pizarra?’. Y vino gente desconocida y se la trajo. Es bonito tener esas experiencias de generosidad -que está muy en el colectivo- de avanzar, de sacar esto adelante».
-¿Qué recuerdo de la vida rural le han dado aprendizajes que los trae aquí?
«No sabría cómo aplicarlo a la CC… Pero en mi área pasa que uno se da cuenta de que la teoría que uno tiene en la cabeza -como los determinantes sociales, la educación, el contexto biográfico social- lo importantes es verla encarnado en la gente. Personas que vienen a caballo a atenderse, gente que no tiene micros que pasen y tienen que caminar no sé cuantos kilómetros para llegar recién a la posta rural. Esas cosas te van determinando la visión.
En cuanto a eso aplicado a la CC, creo que es empatizar también con toda la gente que es de lejos. Saber que los procesos no son los mismos. Por ejemplo, recién entró la Iniciativa popular de Chiloé como región y alcanzó las 15.000 firmas. No vamos a hacer venir a esa gente de allá, porque sabemos lo lejos que es y tenemos que buscar alternativas para que también participen y agradecerles por lograr las firmas. Eso da conciencia de las dificultades de la ubicación geográfica: vivirla y entender lo difícil que es. Es más compleja la vida en región, porque depende mucho de Santiago. Tiene mucha repercusión en lo básico.
También me tocó vivir acá (en Santiago) por el doctorado. Entonces sé la visión que hay, las dificultades que tiene la gente de Santiago. De transporte, por ejemplo. Tengo amigos y compañeros de curso que vienen de Puente Alto y trabajan en Tobalaba: se demoran una hora y media todos los días. Tres horas de su vida ahí en el metro. Entonces, creo que puedo conjugar un poco. No conozco totalmente la realidad de Santiago, pero algo puedo captar junto con lo de región que es la mayor parte del país».
-A propósito, ¿cómo cree que le afecta asumir un cargo de tanto poder centralizado y venir de lejos ? ¿Es una virtud o puede perjudicarla? ¿Le ha traído cosas más buenas o malas?

«No sé. No veo esto cómo la consecución máxima del poder. Sé que es un poder importante, lo tengo muy consciente y es único en la historia, por supuesto. Veo que 153 personas, unos más y otros menos, confiaron en mis capacidades y en la forma de ver la cosa. Soy uno de ellos que asume más responsabilidad. No veo que tenga el poder, sino que es un estilo de trabajo que es bastante horizontal. Fue complejo el inicio tener que chocar con los protocolos: eso de ‘presidenta’ y que uno tiene que levitar por los pasillos. Eso no va conmigo. Mi forma de ser es más directa y más cercana de trabajo». Δ