Las calles de la comuna de Providencia se han convertido en el barrio frecuente de una serie de convencionales que no viven en la capital y el Hotel Four Points, a pasos del Paseo de la Villa, muy cerca del río y del metro Los Leones, ha sido el refugio de representantes de distintos sectores durante este año de trabajo constitucional. En particular, ese edificio de ladrillos rojos en la calle Santa Magdalena es el hogar de unos de los convencionales de derecha que probablemente tiene mayor valoración por parte de sus adversarios políticos: Raúl Celis Montt (RN).
El último reconocimiento que Celis recibió desde la izquierda se produjo después de afirmar, frente al Pleno, que votaría a favor del Preámbulo completo, incluso con el párrafo que se refería al estallido social como punto de inicio del proceso constituyente. No fue aplaudido necesariamente por alinearse con la izquierda. Lo que se destacó fue su honestidad y su ánimo de diálogo.
«Cuando yo asumo un trabajo, trato de hacerlo lo mejor posible. No asumo una función para fracasar o para torpedear la labor».
Ya terminadas las votaciones, a solo días de entregar la propuesta de borrador al presidente Gabriel Boric e instalado en una cafetería de su barrio adoptado, Celis -abogado de profesión- usa su tono pausado y amigo de la ponderación. Escarba en sus sensaciones sobre el final de este intenso proceso. También entrega una lectura sobre la exclusión que vivió la derecha -con responsabilidad activa del sector al respecto- y habla sobre cómo quiere participar en política de aquí en adelante.
Son las 11:20 y el termómetro indica que hay 11°grados. Celis elige entrar. Mientras toma un expreso, cuenta que es un hombre de hábitos fijos, estructurados. Dice que echa de menos esa cotidianidad tan disciplinada que lo había llevado a almorzar todos los días, con un grupo de amigos y desde hace años, en la misma mesa del mismo restaurante en Valparaíso.
Pero también, y de forma contradictoria, cuenta que va a echar de menos la improvisación, el caos, la incertidumbre que le entregó la Convención todos los días durante un año. Dice que va a extrañar el rol de constituyente: «La sensación de haber estado participando en una empresa que, independientemente del resultado, era relevante para el futuro del país. Estoy consciente de que la redacción de una Constitución es un hecho que se produce muy pocas veces en la historia nacional».
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Raúl Celis participa en política desde joven. Partió en la década de los 80 del siglo XX, en la universidad, formando parte del partido Unión Nacional, que en 1987 se transformó en Renovación Nacional, agrupación de la que él es uno de sus fundadores. Tuvo una militancia ininterrumpida y no fue hasta 2001 que se postuló para el cargo de diputado por Valparaíso. Esa candidatura se vio frustrada luego de que Sebastián Piñera, que se postuló como Senador, se retirara de la carrera electoral y, con eso, Celis renunció. El RN recuerda el evento como una «experiencia desagradable». Nueve años más tarde, el propio Piñera lo nombró, ya en calidad de Primer Mandatario, intendente de la región de Valparaíso, puesto que ocupó entre 2010 y 2014.
Su vida política, en realidad, es muy antigua. Su hermano Andrés Célis es diputado por su mismo partido y ambos son bisnietos del ex diputado y ex senador radical Víctor Celis e hijos de Raúl Celis Cornejo, ex rector de la Universidad de Valparaíso y alcalde de Viña del Mar a los 28 años, en el año 1964. En esa época, recuerda, a casi todas las alcaldías se llegaba por elección popular menos a las de Concepción, Valparaíso, Santiago y Viña del Mar, que eran designadas: un cargo de confianza por el Presidente de la República.
Desde pequeño -cuenta- conoció una forma de hacer política que marca una distancia con la de algunas personas de su sector. Celis dice identificarse con una forma más republicana, permeada por el respeto. Agrega que, desde que su padre fue alcalde, entendió la importancia de un trato cordial y que ya entonces aprendió a «jugar limpio». Lo suyo, asegura, es buscar el éxito si se es llamado a realizar una tarea: «Cuando yo asumo un trabajo, trato de hacerlo lo mejor posible. No asumo una función para fracasar o para torpedear la labor».
Convencionales que fueron sus adversarios políticos han deslizado su reconocimiento al trabajo que hizo Celis. César Uribe, de Pueblo Constituyente; Jorge Baradit, de Frente Amplio, o Tomás Laibe del Colectivo Socialista. Hoy, Célis dice tener sentimientos contrariados y explica que, si bien está como todo su sector por el rechazo, no realizará una campaña activa por esa opción. Asegura que se dedicará a informar sobre el contenido de la propuesta constitucional.
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«La propuesta que se le entrega a la ciudadanía no es buena y por múltiples razones, pero tiene dos problemas graves de base. El primero se refiere al carácter identitario. El segundo problema está en la consagración de los derechos sociales».
–¿Qué sensación general tiene sobre el término del trabajo constituyente?
«Por una parte, es satisfacción de haber terminado con una función encomendada hace un año y de haber hecho todo lo que estuvo a mi alcance. Por otra, siento algo de disconformidad con el resultado contenido en el texto constitucional. Se entrecruzan aspectos negativos y positivos».
-¿Se cumplieron sus expectativas? Al comienzo decía que para usted este proceso venía a completar una tarea pendiente.
«Sí, efectivamente. No me arrepiento para nada de haber sido testigo, de haber formado parte de la Convención, porque, si bien en general he estado vinculado a la política durante casi toda mi vida profesional, normalmente estaba detrás de los candidatos y no como uno de ellos. Esta vez me tocó cumplir un papel distinto sobre el que tenía mis aprensiones, porque no me agrada demasiado la exposición. Pero terminé muy conforme, porque lo consideraba una especie de asignatura pendiente. Tengo la tranquilidad de haber hecho todo lo que estaba dentro de mis posibilidades. Quizás si no fuera por algunos problemas logísticos que tiene el no vivir en Santiago, alejado del ex Congreso, en un hotel, podría haber entregado un poquito más, pero, atendidas las condiciones materiales, por decirlo de alguna manera, creo que hice todo lo que pude».
-¿Se le entrega una buena propuesta a la ciudadanía?
«La propuesta que se le entrega a la ciudadanía no es buena y por múltiples razones, pero tiene dos problemas graves de base. El primero se refiere al carácter identitario. ¿Qué significa esto? Que en la Constitución se visibilizaron muchas causas de minorías, de convencionales que probablemente jamás se imaginaron que iban a lograr instalar esas causas, a las que yo llamo de nicho, dentro del texto constitucional. Eso deja fuera a un porcentaje muy importante de la población. El segundo problema está en la consagración de los derechos sociales.
Todos estábamos de acuerdo, o por lo menos una inmensa mayoría, en que se consagraran los derechos sociales en la nueva Constitución, pero esto es una moneda que tiene dos caras. La primera es establecer los derechos sociales y la segunda es generar la capacidad para producir los recursos necesarios para que se financien esos derechos sociales. El texto, a mi juicio, desincentiva la inversión privada, no la estimula. Por otra, limita incluso la inversión estatal por la cantidad de prohibiciones que establece. Entonces, creo que ahí puede haber una frustración importante de la población».
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«Escaños reservados eran 17. Lo que fue la Lista del Pueblo eran 26, descontando a Rodrigo Rojas Vade. Movimientos Sociales eran 13. Con eso se supera el tercio y, en algún momento, no sé en cual, se dieron cuenta de que podrían formar mayoría y bloquear acuerdos».
Ahora, con la distancia de los días fuera del hemiciclo, analiza el desempeño de los convencionales independientes de izquierda apartidista. Dice que ese sector tuvo un rol clave para que se consagraran consignas que -a su juicio- no son pertinentes en un texto constitucional o que contribuyeron a excluir a su sector, la derecha.
Celis saca cuentas, y se nota que ya lo hecho antes, muchas veces. Dice: «Escaños reservados eran 17. Lo que fue la Lista del Pueblo eran 26, descontando a Rodrigo Rojas Vade. Movimientos Sociales eran 13. Con eso se supera el tercio y, en algún momento, no sé en cual, se dieron cuenta de que podrían formar mayoría y bloquear acuerdos». Tiene claro que ese sector que no votó siempre el bloque, pero añade que hubo muchas votaciones con hasta 65 votos que provenían de esa zona a la que se sumaba el PC.
Es más, cree que fueron los convencionales del PC quienes hicieron conscientes a los movimientos sociales del poder que podían tener: «Mi sensación simplemente es que el PC fue quien los alertó de esta posibilidad de abrir los 2/3 y no por eso hubo una obligación de votar siempre con ellos».
-¿No cree que la exclusión de la derecha también se dio por los convencionales del sector que contribuyeron con ofensas? Crearon un ambiente que crispó el suelo para dialogar.
«Sin duda un sector de la derecha no ayudó demasiado a lograr acuerdos ni a acercar posiciones. Probablemente tiene que ver con que ese sector de la derecha no estaba demasiado preocupado del éxito de la Convención. Más bien, y al igual que sectores con causas específicas, llegaron a visibilizar sus causas que no son las mismas de las de la derecha democrática».
-¿Qué le faltó al proceso constituyente?
«Faltó más diálogo. También creo que faltó haberse concentrado en algunas materias en vez de abarcar todas las materias imaginables. Lo ideal debería haber sido concentrarse, por ejemplo, en derechos sociales y en descentralización. Pienso que ahí hubo un problema serio. Segundo, creo que hubo una demora o pérdida de tiempo en entrar a trabajar el texto mismo. Se destinó demasiado tiempo en la redacción de los Reglamentos, en las comisiones previas, en declaraciones públicas. Eso fue clave, porque disminuyó la posibilidad del diálogo al contar con menos tiempo. Por supuesto que todos somos responsables de alguna manera en haber fracasado en ese objetivo. Con esto quiero decir que no es responsabilidad exclusiva de la izquierda».
«Se destinó demasiado tiempo en la redacción de los Reglamentos, en las comisiones previas, en declaraciones públicas. Eso fue clave, porque disminuyó la posibilidad del diálogo al contar con menos tiempo».
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Rodrigo Álvarez (UDI), Hernán Larraín (Evópoli) y Celis fueron los representantes de la derecha que integraron la Mesa Directiva ampliada. Son los tres convencionales, además de Cristián Monckeberg (RN), a quienes -pese a sus críticas, algunas de ellas durísimas- se reconoció por el ánimo de contribuir al diálogo. Para Celis, el paso por la Mesa fue provechoso. Dice que ahí fue testigo de los enormes esfuerzos que realizó cada convencional que la integró: «Se dio muy bien la dinámica. En general, debo reconocer que el trato que tuve con los convencionales de todos los sectores fue bueno».
-¿Cómo evalúa el desempeño de la Mesa?
«Todos remábamos para el mismo lado. Intentábamos que las cosas salieran bien, tratábamos de prevenir posibles errores por la inexperiencia política que tenían algunos de los integrantes y había gente muy bien preparada que ayudaba a detectar rápidamente los posibles vicios jurídicos. Bárbara Sepúlveda (PC), Amaya Álvez (FA) y Tomás Laibe (CS) fueron un muy buen apoyo dentro de la Mesa, sin contar la labor de la presidenta Quinteros y del vicepresidente Domínguez.
Me sentí muy cómodo, muy agradecido, de haber formado parte de ese grupo. En los 3 meses en que estuve tengo la certeza de que la Mesa actuó con amplitud de criterio, tratando de lograr el mayor grado de imparcialidad posible. La enorme mayoría de las decisiones las tomamos por unanimidad. Fueron pocos los casos en los que tuvimos divisiones internas y siempre las diferencias se trataron de manera muy respetuosa».
«Quizá el mayor problema era que la Mesa no tenía un respaldo político contundente por parte de los colectivos y eso, tratándose de un órgano político como la CC, tiene relevancia».
-¿La mayor falta y la virtud de la Mesa?
«La Mesa de la que yo fui parte cumplió un buen cometido que permitió llegar a los plazos, cosa que no era fácil. A mi gusto, la propuesta que entregamos es algo incompleta. Hay aspectos que no quedaron regulados, varias materias fueron entregadas a la ley y en otras simplemente no se profundizó o solo se enunciaron. Quizá el mayor problema era que la Mesa no tenía un respaldo político contundente por parte de los colectivos y eso, tratándose de un órgano político como la CC, tiene relevancia.
La presidenta y el vicepresidente, habiendo puesto enormes esfuerzos, y eso me consta, no tenían este soporte político que yo creo que era importante para darle un rumbo a la Convención para avanzar sin tantos conflictos en el camino. Creo que se fueron produciendo con cuestiones menores, discusiones menores, que tal vez , si hubiese habido un mayor apoyo institucional de los partidos políticos que forman parte de la CC, se podrían haber salvado con mayor facilidad. Creo que la segunda Mesa cumplió un buen papel, pero con un déficit en el oficio político».
-¿Va a hacer campaña por el rechazo?
«Voy a participar en los foros, entrevistas, conversatorios y debates a los que me inviten y señalaré cuál es mi posición. Si bien yo formo parte de RN, mi idea es no hacer una campaña. No creo que le corresponda esa labor a los convencionales, creo que debemos mostrar el texto. A mí no me eligieron para hacer campaña. A mí me eligieron para ser convencional. Lo que pretendo hacer, después del lunes 4, es mostrar la labor que hicimos antes que defender la campaña por el apruebo o rechazo».

-¿Cuál es su proyección política después de la CC?
«Nunca he tenido pretensiones de cargos políticos. Se me han presentado oportunidades. Algunas veces dije que sí y se vieron frustradas por distintas circunstancias, como en 2001, por la candidatura a senador por Valparaíso. Hoy un hermano mío es diputado y evidentemente no voy a entrar a discutir con él. Creo que mis condiciones van más por apoyar a las nuevas generaciones. Me interesa respaldar y proyectar a nuevas figuras más que ser yo el protagonista de alguna campaña».
-¿Cómo recibió el reconocimiento de adversarios después declarar que votaría a favor de los cuatro párrafos del Preámbulo?
«Fue satisfactorio, porque yo siempre intento jugar limpio, como decía al interior de mi colectivo. Cuando señalé que iba a aprobar los cuatro párrafos del Preámbulo llegaron comentarios de mi sector. Mi respuesta fue que cuando yo asumo un trabajo trato de hacerlo lo mejor posible y no para fracasar o para torpedear la labor. Eso fue lo que intenté desde el primer día, que el proceso fuese exitoso. Lamentablemente, a mi juicio, no lo logré. Pero eso no quita que hasta el último minuto haya intentado hacer las cosas de la mejor manera posible.
Dije que estaba de acuerdo con los cuatro párrafos que contenía el Preámbulo, incluyendo la referencia al estallido social. Lo principal, y esto a mi sector le costaba entenderlo, es que significaba haber logrado una salida institucional, más allá de que haya salido buena o mala, a una crisis política severa. Sin duda, una de las crisis más graves de los últimos 30 años en el país. Espero que, después del plebiscito, independientemente del resultado, se mantenga este cauce institucional, que logremos cuidar la democracia porque es más fácil perderla». Δ