Convencional independiente con cupo UDI, Ricardo Neumann Bertin (33) representa a su natal San Fernando, de la Región de O’Higgins. Está casado, tiene dos hijas y es abogado de la PUC, además de experto en dramaturgia política. Luego de haber sido parte del movimiento gremial y haber competido con Giorgio Jackson para liderar la Feuc en 2010, renunció a la militancia UDI en 2015.
Años antes de ingresar al proceso constituyente, estudió un MFA en Teatro y Gestión Cultural de la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York, donde en 2019 trabajó como abogado y productor teatral en la reconocida compañía de Broadway: Manhattan Theatre Club.
Dejó las luces de los escenarios para ser parte de la nueva generación de políticos que intenta reinventar el rol de la derecha desde la Convención. Asegura que «el diálogo es lo más importante para hacer las cosas bien y que jamás intentaría deslegitimar el trabajo de la Convención». En esta entrevista cuenta cómo fueron sus primeros meses de trabajo en el ex Congreso y su diagnóstico para los importantes procesos que se avecinan.
«En los plenos, y ésta no es una crítica ni a la derecha ni a la izquierda, ocurre para los dos lados, cada convencional está consciente de que tiene dos minutos para hablarle a su gente. Eso es muy legítimo, pero impide que conversemos entre nosotros».
-¿Cómo evalúas la CC en estos meses de funcionamiento?
«Fue un inicio accidentado que se ha ido canalizando hacia un funcionamiento más ordenado en cuanto nosotros mismos nos pusimos normas. Como segundo tema a destacar es la forma en que nos relacionamos en el pleno, que es como el circo romano, versus el trabajo en las comisiones donde estamos unidos por temas específicos. Yo estoy en la Comisión de Reglamento y la conversación se pone un poquito más técnica y con ese lenguaje en común la conversación ha avanzado mucho mejor».
-¿Cómo ves las relaciones entre los convencionales en los plenos y comisiones?
«Me da la sensación de que en los plenos, y ésta no es una crítica ni a la derecha ni a la izquierda, ocurre para los dos lados, cada convencional está consciente de que tiene dos minutos para hablarle a su gente. Eso es muy legítimo, pero impide que conversemos entre nosotros. Las primeras semanas tuvieron una energía contenida, como cualquier institución que está comenzando. Se generó un cierto caos en el funcionamiento, en los tonos, en las formas. Pero en la medida que la CC ha ido avanzando en el reglamento, en las medidas provisorias, en las comisiones, ese marco ha ido ordenando el caos inicial.
A nivel del pleno, lo más complejo es que ha sido super declaratorio. Cada uno le habla a su galería respectiva y la verdad es que mucho diálogo no hay. Pero cuando te aterrizas a las comisiones, e incluso a las subcomisiones, la lógica de las relaciones cambia mucho, de manera muy positiva. Hay diálogo, hay conversación, prima el sentido político más que la trinchera».
«Cuando te aterrizas a las comisiones, e incluso a las subcomisiones, la lógica de las relaciones cambia mucho, de manera muy positiva. Hay diálogo, hay conversación, prima el sentido político más que la trinchera«.
-¿Cómo fue tu experiencia en la Comisión de Reglamento?
«Hubo un cambio de tono y eso está asociado al estilo de cada coordinador. Tuve como coordinadores a Amaya Alvez (D20), profesora de derecho constitucional e integrante del Frente Amplio, y a Daniel Bravo (D5), ex Lista del Pueblo. Más allá de las diferencias políticas, tienen una dirección muy responsable, muy cordial, muy institucional, algo que echaba de menos en la dirigencia del pleno. La conducción de Elisa Loncon y Jaime Bassa es bastante más caótica que la dirección que se ha podido dar en la comisión de reglamento. Tenemos algunos acuerdos de cordialidad oficial, como el llamarnos con nuestros nombres de pila.
Me tocó ser el coordinador de la Subcomisión de Vinculación con otras comisiones junto con Carolina Vilches (D6), que es de Modatima. Es obvio que hay diferencias políticas, pero estábamos bien claros de que la coordinación debía ser lo más eficiente posible y ahí uno empieza a conocerse, a tener más diálogo, a argumentar y contraargumentar de manera más lúdica, y a llegar a acuerdos a pesar de nuestras diferencias políticas. Aprobamos varios temas con unanimidad y eso es bueno, contrasta con el primer mes de un pleno medio caótico y con una dirección que no fue de lo mejor en un inicio».
– Entonces, ¿tienes esperanza en que el diálogo prevalecerá en las próximas discusiones de reglamento en el pleno?
«Al principio se veía que podía ser difícil el diálogo, pero nos dimos cuenta de que no es así y eso termina siendo bien esperanzador para la CC y también para la ciudadanía que espera que esto salga bien».
-¿Por qué calificas que la mesa directiva no fue eficiente?
«Porque fue súper desordenada, con cronogramas a última hora, cambios de modalidad. Las primeras votaciones fueron un caos, una de ellas a mano alzada, sin un registro claro. No había criterios con los que se daba la palabra, entonces no se entendía cuando a veces le daban la palabra más a un sector que a otro. Se presentaban mociones de última hora que no tenían que ver con lo que estábamos discutiendo en el pleno. Pero yo creo que eso también es propio de una mesa que está partiendo».
«Hubo algunos errores realmente graves desde la secretaría administrativa de la Convención que representa al Gobierno. Pero también hubo una mesa que no ordenó bien la cancha y pasamos un tiempo en este peloteo».
– Varios de esos percances no tuvieron que ver con la mesa, sino que con la administración técnica…
«Es una responsabilidad compartida: Hubo algunos errores realmente graves desde la secretaría administrativa de la Convención que representa al Gobierno. Pero también hubo una mesa que no ordenó bien la cancha y pasamos un tiempo en este peloteo de que la mesa le echaba la culpa a la secretaría y ellos a la mesa y entre ese juego de culpabilidades no avanzábamos. Eso fue cambiando a medida que pasó el tiempo y en cuanto esa energía que desbordaba se fue canalizando con el funcionamiento de la Convención. En la medida en que entregamos un marco regulatorio, las cosas se fueron ordenando».

-¿Hay un sector que amenaza el buen funcionamiento de la Convención?
«Una de las cosas interesantes que pasan en comisiones, que son la mejor sinopsis de lo que va a pasar en la conversación constituyente, es que uno empieza a ver las configuraciones políticas dentro de la diversidad ideológica de la CC. Uno creería que los convencionales de Apruebo Dignidad (Partido Comunista y Frente Amplio) iban a funcionar como aliados en las votaciones y eso no ha sido así. Veo claramente una especie de alianza política entre los pueblos originarios, la ex lista del pueblo y el PC: ahí hay una fuerza política. Y por el otro lado, más ‘hacia el centro’, está el Frente Amplio (FA) con el Partido Socialista votando juntos.
«Para mí es esencial que ésta sea una Convención con las reglas del juego claras, que tengan un marco de respeto a las normas de fondo que vienen desde la actual Constitución».
Yo creo que el FA, sobre todo en la comisión de reglamento, ha respetado la institucionalidad, lo que es muy relevante para la legitimidad del proceso. Ellos respetan las normas de 2 ⁄ 3, pese a que los demás querían cambiarlo. El FA y el PS votaron en contra, incluso alineados con Chile Vamos. Eso es interesante, porque uno se da cuenta de cuáles bloques políticos quieren respetar la institucionalidad y cuáles no. Para mí es esencial que ésta sea una Convención con las reglas del juego claras, que tengan un marco de respeto a las normas de fondo que vienen desde la actual Constitución, como los 2/3. Porque si se empieza a subjetivar y a relativizar ese marco de normas, vuelve el caos de las primeras semanas. Entonces se han dado señales de respeto a la institucionalidad y mientras eso pase, la conversación avanza. Lo fundamental es el diálogo para el proceso y funciona porque tenemos un marco de reglas claro».
«El respeto a la institucionalidad (dentro de la CC) llega hasta el Frente Amplio»
-¿Existe un compromiso de parte de todos los sectores políticos para que la CC salga bien?
«No sé si de todos. El respeto a la institucionalidad llega hasta el Frente Amplio. Hay un sector que cree en la democracia de la Convención, que cree en las reglas claras para que podamos dialogar, pero eso no es la totalidad de la Convención. El PC, los pueblos originarios y la ex Lista del Pueblo siguen insistiendo cada vez que pueden en la modificación de quórums, incluyen a los plebiscitos dirimentes, que es una forma elegante de bypasear los dos tercios. Proponen cosas como las comisiones transversales, que terminaron rechazándose con los votos de Chile Vamos y el FA. Era una idea desastrosa, que habría funcionado como un Tribunal Constitucional dentro de la Convención. Eran propuestas bastante totalitarias, ahí ha sido clave que el FA y el PS respeten el marco democrático».
«Los que creemos en la democracia y la institución, queremos trabajar y nos quedamos hasta la madrugada en eso».
-¿Hay personas de tu sector han intentado deslegitimar la CC?
«Los que creemos en la democracia y la institución, queremos trabajar y nos quedamos hasta la madrugada en eso. No queremos deslegitimar, sobre todo los que estamos dentro de la CC, eso sería un sinsentido. Pero eso es distinto a la obligación que tenemos también los convencionales de transparentar el proceso ante la ciudadanía cuando hay situaciones que son derechamente impresentables, como subjetivizar las normas, o el tema de las asignaciones que fue bien vergonzoso. Eso es lo que la ciudadanía resiente más.
Yo creo que la Convención explicitó una promesa de cambiar la vieja política, de que se pueden cambiar las viejas prácticas donde, por ejemplo, se definen las lucas a sí mismos. En ese sentido, el decir que subirse las asignaciones de $1 millón a $4 millones no era en ánimo de deslegitimar sino que para que primen, desde la opinión pública, las lógicas de una nueva política. Es un ánimo de que la CC no caiga en cuestiones que son impresentables, transmitirle a la ciudadanía qué cosas no corresponden y que estamos trabajando de forma diferente». Δ