En Temuco, junto a sus hijos Aliwen, Amankay y Wünelfe, Rosa Elizabeth Catrileo Arias reparte su tiempo entre la familia y la semana territorial de la Convención Constituyente. Abogada, mapuche y de 40 años, se incorporó a la Convención Constitucional como escaño reservado, con 10.448 votos (el 4,78% de los sufragios, dentro de los votos de su pueblo), y hoy coordina la Comisión de Sistema Político e integra la Comisión de Derechos de los Pueblos Indígenas y Plurinacionalidad.
Durante la elección de la nueva Mesa Directiva, que reemplazó a Elisa Loncon y Jaime Bassa, Catrileo fue una carta fuerte para ocupar la vicepresidencia. Altibajos en las negociaciones con otros sectores, especialmente la Coordinadora Plurinacional y Popular, la dejaron fuera de la testera.
Originaria de la comunidad Ayllan Marillan, en el sector Tromen Huichucon de la comuna de Temuco, región de la Araucanía, ahora vive en un departamento arrendado en Santiago. Allí encontró un espacio tranquilo para su hijo de tres años. Es consciente de que su trabajo en la construcción de una nueva Constitución ha tenido un costo importante en lo familiar y personal: “Antes era libre de estar con mi familia y trabajar con las comunidades. Ahora estoy absolutamente abocada a la redacción de normas”.
Rosa Catrileo es abogada y diplomada en Derechos Humanos y Pueblos Indígenas del Observatorio Ciudadano-Universidad Católica de Temuco y egresada del magíster en Derecho por la Universidad de Chile. Además, integra la Comunidad de Historia Mapuche.
Julio Marileo, el compañero de Catrileo, fue condenado por Ley de Seguridad del Estado y estuvo 14 años con firma mensual. Esa experiencia -explica la convencional- la empujó hacia a la CC: “Para que las demandas por reconocimientos de derechos y las demandas políticas no sean sancionadas o criminalizadas, como han sido hasta ahora”.
Desde lo familiar, ha vivido en carne propia la prisión política: su compañero, Julio Marileo, fue condenado por Ley de Seguridad del Estado y estuvo 14 años con firma mensual. Eso le impidió desarrollar su profesión como profesor y viajar libremente. Esta experiencia -dice Catrileo- la empujó hacia a la CC: “Para que las demandas por reconocimientos de derechos y las demandas políticas no sean sancionadas o criminalizadas, como han sido hasta ahora”.
-¿Cómo se desarrolló esa condena?
“Esos fueron los primeros casos donde se aplicó la Ley de Seguridad del Estado. Fue un caso que pudimos haber llevado a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, porque había vulneraciones básicas al debido proceso. Sin embargo, no quisimos llegar a esa instancia, porque había un momento en el que ya estábamos cansados. Julio quería dar vuelta la página. Esa condena se dio en base a procedimientos viciados, fue absolutamente vulnerado. Se repitió con la gente que recibe condenas por estar involucrados con las reivindicaciones de derechos territoriales y del pueblo mapuche. Son sancionados en base a procedimientos prejuiciosos, no objetivos, donde el Estado ha sido ya sancionado. Recordar el caso donde el lonko Pascual Pichún y otros que fueron condenados por la Ley Antiterrorista. Luego el Estado tuvo que anularla, pero ellos estuvieron cinco años en la cárcel. Eso mismo sucedió con Julio”.
–¿A qué se deben los constantes desacuerdos dentro del pueblo mapuche y el resto de los escaños reservados dentro de la Comisión de Derechos Indígenas y en el proceso de Consulta Indígena?
“Me admira que extrañe o que parezca raro que personas de un mismo pueblo tengan visiones políticas distintas. Es como si yo pensara que todas las personas del pueblo chileno piensan de la misma manera. Como su tuvieran las mismas posiciones políticas y estrategias políticas, pero no es así. El pueblo chileno tiene una diversidad, y en el caso del pueblo mapuche tenemos diferencias, como cualquier pueblo. No somos homogéneos, no pensamos todos lo mismo. Hay conversaciones y distintas visiones para concretar derechos y eso se ha materializado en la CC».
«No tenemos por qué pensar lo mismo y tener las mismas estrategias para lograr reconocimiento, y eso es lo que ocurrió con los escaños. Una visión colonial nos tiene aglutinados como ‘los indígenas que tienen que estar de acuerdo en todo’ y yo digo ‘no’. Somos pueblos diversos, como cualquier otro pueblo».
«Los pueblos pensamos distinto, tenemos realidades, culturas e intereses distintos. No tenemos por qué pensar lo mismo y tener las mismas estrategias para lograr reconocimiento, y eso es lo que ocurrió con los escaños. Una visión colonial nos tiene aglutinados como ‘los indígenas que tienen que estar de acuerdo en todo’ y yo digo ‘no’. Somos pueblos diversos, como cualquier otro pueblo. Eso no significa que no respete las formas de los otros escaños, pero tengo una estrategia y otros pueden tener otra. Eso es legítimo y respetable y se debería comprender en ese contexto”.
-Aún así, incluso antes de que iniciara la CC, existió la intención de tener unidad en el proceso. Se reunían constantemente entre los 17 escaños reservados, pero eso no perduró.
“Hubo intención de ir juntos al principio porque tenemos intereses comunes evidentes y estos se mantienen. Lo que nos diferencia son las estrategias para llegar a ello. En el camino eso ya se ha ido evidenciando. Por ejemplo, mi actitud en la Convención se dio tras el mandato que al inicio me dieron los lonkos, al apoyar mi candidatura, y que fue: ‘Ustedes vayan a dialogar con todos, no se cierren a conversar con nadie, porque el desconocimiento de los derechos indígenas es evidente’. Si yo voy y presento una propuesta de norma y me quedo sentada esperando que me la aprueben, solo porque soy mapuche, esa norma probablemente no va a ser aprobada, porque hay un desconocimiento con lo que se quiere obtener con las demandas que estamos pidiendo».
«Por eso mi estrategia es conversar. Sobre todo con aquellos que piensan absolutamente distinto a mí, con los adversarios políticos. A ellos les tengo que explicar qué son los derechos indígenas, por qué existen y por qué es positivo para todos los pueblos, incluido el de Chile. Para eso tengo que salir de mis trincheras y conversar con el otro. Otros convencionales, queriendo lo mismo, buscando lo mismo, no tienen la misma estrategia de diálogo”.
–¿Van a llegar a tiempo los resultados de la Consulta Indígena? Eso es antes de que se comiencen a discutir las normas en las Comisiones.
“La consulta es inédita en el mundo. Estamos siendo pioneros y esta consulta fue promovida por los escaños reservados, pero no es la consulta de los escaños: es de la Convención en tanto órgano del Estado. Se está cumpliendo con una obligación internacional. El problema de la consulta es el mismo que tenemos como Convención y es el mínimo tiempo que nos dieron para redactar una Constitución. No hay ningún proceso constituyente que haya durado 12 meses y la consulta vive los mismos problemas, con la falta de tiempo y de recursos. Eso podría poner en riesgo la consulta y por eso creo que la Mesa Directiva debe mostrar su liderazgo y gestión y tomar esto seriamente, como una obligación de la Convención y no de los escaños reservados. Cuando se haga esta distinción, la cosas irán bien”
«No hay ningún proceso constituyente que haya durado 12 meses, y la consulta vive los mismos problemas, con la falta de tiempo y de recursos. Eso podría poner en riesgo la consulta y por eso creo que la Mesa Directiva debe mostrar su liderazgo«.
-En la Consulta Indígena del 2016 se necesitaron al menos 1.400 millones y un año de trabajo. ¿Cómo lo podrán realizar con una cantidad mucho menor de recursos y tiempo?
“Los recursos son un tema importante, no sólo de la Comisión sino que de la Convención. Lo que se contempló en su minuto fueron 500 millones para participación ciudadana. Con ese monto, no creo que exista en los legisladores la visión de que la realidad política iba a cambiar con la Convención y que nosotros no íbamos a venir a encerrarnos en cuatro paredes para que saliera humo blanco. Nos declaramos una Convención abierta, y eso significa que estamos promoviendo la participación ciudadana. 500 millones es absolutamente ridículo para toda la envergadura que significa un proceso constituyente”.
-En un eventual Estado plurinacional, ¿qué propone en términos de justicia y policías? Es importante, considerando los problemas históricos de la fuerza policial en relación con el pueblo mapuche.
“Tengo una posición clara. Hay una doctrina que se instaló en el Ejército, sobre todo en la dictadura, que es de la seguridad nacional, del enemigo interno. Es eso lo que queremos dejar atrás. Tienen esa dinámica propia de la Guerra Fría, que buscaba restringir o eliminar a personas que tuvieran relación con pensamientos de izquierda, del Partido Comunista o Socialista. Una vez retornada la democracia, esa misma visión del enemigo interno fue aplicada al pueblo mapuche en particular.
Creo que va a ser uno de los temas que vamos a debatir de esta doctrina, que ya no puede ser utilizada en la formación de las Fuerzas Armadas, porque los indígenas no somos los enemigos internos de la seguridad de la Nación, sino que contribuimos a legitimar la existencia del Estado. También buscaremos sacar este rol constitucional de las FF.AA. como garantes de la democracia. Sabemos que, a lo largo de la historia, no han colaborado a que se mantenga”.
«Los indígenas no somos los enemigos internos de la seguridad de la Nación, sino que contribuimos a legitimar la existencia del Estado.
-¿Puede ser que con el nuevo gobierno la relación Estado y pueblo mapuche cambie? ¿O el problema es más grande que quien preside en La Moneda?
“Es más profundo, porque hemos tenido varios gobiernos de izquierda y de derecha y el tratamiento de las demandas indígenas, y sobre todo del pueblo mapuche, ha sido el mismo. Tenemos persecución, encarcelamiento y muertos en todos los gobiernos. Es una cuestión de política de Estado, que no se ha hecho cargo del problema de fondo. Han optado por clasificar a los mapuches entre buenos y malos. A ‘los buenos’ les otorgan políticas paternalistas y asistencialistas. A ‘los malos’, políticas de represión y persecución. No sé si el gobierno actual va a cambiar esa visión».
«Han hecho ofertas de diálogo, pero todos los gobiernos empiezan con lo mismo y esas conversaciones que no llevan a nada han sido la tónica. Como este gobierno aún no comienza le daría un voto de confianza, para ver qué actitud van a tomar los primeros meses, pero sin mucha esperanza de cambios profundos. Tengo más esperanza en el proceso constituyente, donde se están discutiendo temáticas de fondo”.
«Algunos se preguntaban si sabía leer y escribir, y resulta que Elisa Loncon es una destacada académica con gran formación profesional. Ahí uno empieza a ver los prejuicios que hay con el ser mapuche: nos creen incapacitados para llegar a estos espacios de toma de decisión o de liderazgo».
-¿Cuál es su opinión sobre de la prensa respecto de los prejuicios en torno al pueblo mapuche y la campaña de desprestigio desde fuera y dentro de la CC?
“Es evidente que hay una campaña de desprestigio. Sobre todo en la figura que tomó Elisa Loncon, porque el hecho de que una mujer mapuche haya llegado a presidir la Convención molestó a muchos. Algunos se preguntaban si sabía leer y escribir, y resulta que Elisa Loncon es una destacada académica con gran formación profesional. Ahí uno empieza a ver los prejuicios que hay con el ser mapuche: nos creen incapacitados para llegar a estos espacios de toma de decisión o de liderazgo. Quedó demostrado con Elisa que sí es posible, que sí estamos preparados. Existe una campaña en redes sociales para decir que queremos dividir el país, eliminar la República y los símbolos patrios. Eso es fomentar un prejuicio sin fundamentos, sin conocimiento de causa y sin analizar los antecedentes”.
«Existe una campaña en redes sociales para decir que queremos dividir el país, eliminar la República y los símbolos patrios. Eso es fomentar un prejuicio sin fundamentos, sin conocimiento de causa y sin analizar los antecedentes”.
-¿Con quiénes trabaja más de cerca en la CC? Ha sido clara su proximidad con la ex presidenta Loncon.
“A todos los convencionales los conocí al momento de ingresar a la CC. Ubicaba a Elisa, porque dentro del mundo mapuche ella siempre estuvo a la vanguardia, liderando las reivindicaciones de los derechos lingüísticos. Pero nunca había tenido una conversación profunda con ella. He tenido más cercanía de trabajo con todos aquellos que están dispuestos a trabajar, a no torpedear el proceso. Los que están comprometidos en sacar adelante la Convención y obtener cosas para nuestra gente y no a ir a hacer puntos de demandas que saben que no se van a aprobar o que son irreales».
«En ese sentido, estamos trabajando nueve convencionales de escaños reservados: Tiare Aguilera (rapa nui), Isabella Mamani (aymara), Felix Galleguillos (atacameño), Elisa Loncon (mapuche), Lidia Gonzalez (yagan) y Fernando Tirado (chango). Con ellos trabajo más cercanamente y también dentro de la Comisión con los movimientos sociales. No soy de la visión de que los indígenas tienen que conversar sólo entre indígenas y tener estrategias solamente indígenas. Tenemos que abrirnos a todos los otros colectivos y eso es lo que hemos hecho”.

-¿Es es mismo cierre al diálogo lo que generó que la Machi Francisca Linconao publicara una carta responsabilizándola a usted, entre otros escaños, de “boicotear” la Comisión y la Consulta Indígena?
“Sí. La lamngen ha tenido una estrategia que ha variado en el tiempo. Primero llegó con una actitud más dialogante, pero ahora se ha cerrado un poco más. Creo que por la coyuntura que se ha dado. Pero ella ha personificado algo que ocurrió en la Comisión Indígena en la votación del documento base de la Consulta: ya que el documento que ella apoyaba no obtuvo los votos para que se mantuviera, lo tomó como una derrota personal. Yo la sigo respetando. Creo que es una luchadora. Hay una admiración, así que lo tomo sólo como una diferencia de estrategia política”.
-¿Considera que quizá existe un problema comunicacional hacia la ciudadanía sobre lo que la Convención hace?
“Sí. No se ha logrado llevar a la ciudadanía el arduo trabajo que estamos haciendo. Algunos dicen: ‘no tienen redactada ninguna norma’. Pero Jaime Bassa dio una declaración que me hizo mucho sentido: ‘Lo último que se realiza en un proceso constituyente son las normas’, porque surgen de un proceso de deliberación, de discusión y de escucha. Eso ha faltado explicarlo. Sería una pérdida histórica que no lleguemos con la Constitución lista al 4 de julio. Pero tampoco vamos a hacernos los locos sobre que no hay una campaña en contra de la Convención. Hay un grupo minúsculo, pero que tiene mucho poder en los medios de comunicación y redes sociales, que estaban por rechazar que existiera este proceso. Ahora, dentro de él, han estado torpedeando y entregando informaciones que no son ciertas, para que desde ya exista una campaña del rechazo sin que siquiera se haya redactado un artículo”.

-La Coordinadora Plurinacional afirmó que en la elección de la nueva Mesa Ejecutiva usted era el punto de conflicto. ¿Qué pasó ese día en las negociaciones?
“Durante el proceso, muchos colectivos me dijeron que yo era la candidata de consenso a la presidencia, que estaban los votos y los apoyos. Pero ésta no es una cuestión individualista, no es el nombre de Rosa Catrileo por figurar, sino que había una alianza estratégica con movimientos sociales para apoyarnos mutuamente. Lo importante era que personas que aseguren la autonomía de la Convención pudieran llegar a la mesa directiva. En la primera votación, Cristina Dorador llegó con 21 votos de movimientos sociales y los 9 escaños, y estuvimos con ella hasta el final. Pero hubo un colectivo que vetó mi nombre para que pudiera seguir en la carrera de la vicepresidencia. Dijeron que apoyaban a Cristina, pero querían que yo bajara mi candidatura. Eso llevó a que, en la última votación, la madrugada del 5 de enero, yo bajara mi candidatura a la vicepresidencia en pos de que ese grupo apoyara a Cristina. Se les comunicó y aún así los votos no estuvieron. No era una cuestión sólo en contra mío, sino que también contra Cristina».
Sobre la posición de la Coordinadora Plurinacional para la elección de Mesa Ejecutiva: «No hubo intransigencia de mi parte. Ellos llegaron con esa actitud y, cuando di un paso al costado, no dieron los votos».
-La Coordinadora declaró que ustedes nunca buscaron negociar, que existía “intransigencia” de su parte, y que por eso Cristina Dorador perdió la presidencia.
“Lo que puedo decir es que ellos se presentaron diciendo que no iban a negociar con nadie y que iban a apoyar a su candidato hasta el final. Lo dijeron antes incluso de que se empezara a votar. Dicen: ‘nosotros no somos los vendidos’. Venden ese discurso: ‘no vamos a transar los votos, no caemos en la vieja política’. ¿Y qué es lo primero que hacen? Tratar de asegurarse para llegar a la mesa con el nombre de Eric Chinga, que no generaba ningún consenso. No hubo intransigencia de mi parte. Ellos llegaron con esa actitud y, cuando di un paso al costado, no dieron los votos. Entonces era un juego, un muñequeo que ellos mismos cuestionan políticamente. Es legítimo, pero me parece que fue una estrategia errada».
-¿La Coordinadora Plurinacional fue la responsable de que Cristina Dorador no consiguiera la presidencia?
“Sí. En mi opinión fueron determinantes, porque con ellos se cumplían los votos para que ganara. En al menos dos votaciones pudieron darle el triunfo, pero ellos no cumplieron con su palabra. Fueron a avisarles que yo me había bajado de la vicepresidencia, pero los votos no estuvieron en ningún momento”. Δ