Casi nadie estaba listo para lo que pasó hoy, martes 28 de junio de 2022. Fueron exactamente 359 días de intenso trabajo hasta esta mañana, cuando la Convención Constitucional vivió su último Pleno deliberativo, el N°110. En una jornada sorpresiva por lo rápido del trámite, las y los convencionales votaron la última modificación al texto de propuesta constitucional: el informe de la última comisión activa, Armonización. Como resumen, en poco más de tres horas, interrumpidas por un largo receso a pedido de la derecha, los constituyentes se hicieron cargo de las tres partes propuestas por el equipo que coordinaron Daniel Bravo (Pueblo Constituyente) y Tammy Pustilnick (INN): la estructura de los capítulos y el orden de los artículos del texto constitucional, las normas permanentes y las transitorias.
La jornada comenzó a eso de las 9:40 horas y no tuvo la clásica tensión histórica que han tenido Plenos relevantes, esencialmente porque se esperaba -como estaba programado- que el cierre de esta etapa fuera el jueves 30 de junio. La derecha había pedido votación separada de todas las normas, de modo que la disposición de los convencionales era clara: si bien ésta era, sí o sí, la última semana en que ocuparían sus puestos en el hemiciclo, tendrían aún algunos días más para encajar el final del proceso y prepararse mental y emocionalmente para cerrar un año de momentos complejos y durísimos debates.
La jornada comenzó a eso de las 9:40 horas y no tuvo la clásica tensión histórica que han tenido Plenos relevantes, esencialmente porque se esperaba -como estaba programado- que el cierre de esta etapa fuera el jueves 30 de junio.
Pero no fue así. A poco andar de la votación, en voz de Ruggero Cozzi, la derecha solicitó cinco minutos que se extendieron por casi una hora: el convencional de RN anunció que se deliberaría el retiro de las indicaciones hechas por Chile Vamos y que obligaban a votar separadamente el informe.
A esas alturas, desde el sector conservador se afirmaba que ya se sabía lo que iba a pasar y que, por tanto, no valía la pena seguir dilatando el proceso. Desde hace semanas, la derecha en bloque viene afirmando que éste es un muy mal borrador, lleno de maximalismos y errores gruesos, y ha anunciado que votará por el rechazo. No sólo eso: se restó de las últimas votaciones plenarias. Hoy, por tanto, apostaron por acelerar el trámite y de paso pedir disolución inmediata de la Convención.
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La sorpresa general de la mañana, no obstante, fue suficiente como para que por ejemplo la ex presidenta Elisa Loncon (mapuche), vestida de verde, lamentara no haber asistido con su traje ancestral, tal como acostumbró a hacer cada vez que se realizaron Plenos decisivos. Rosa Catrileo (mapuche) asistió con su hijo y votó junto a él desde su lugar en el hemiciclo. Él también debió acompañarla en la ronda de entrevistas que dio tras el cierre del Pleno.
Varios convencionales fueron superados por la emoción del imprevisto momento. Un personaje tan contenido como el abogado Christian Viera, ex coordinador de Sistemas de Justicia, lloró (discretamente, eso sí). Tras el cierre, los convencionales de derecha no compartieron los abrazos finales: salieron del hemiciclo apenas el secretario general (don) John Smok dio por finalizada la votación.
En detalle, los sufragios de hoy correspondían al extenso informe entregado por Armonización, en el que se votarían la estructura y el orden de los capítulos en el texto constitucional, además de las 538 indicaciones presentadas para establecer una nueva redacción de las normas aprobadas previamente en el hemiciclo. Por lo mismo, y debido a las solicitudes de votación por separada, se había hecho el cálculo de tres jornadas. El retiro de la solicitud permitió votaciones por capítulos y no indicación por indicación. Las enmiendas fueron visadas en bloque.

Dentro de las modificaciones aprobadas se establece que la propuesta constitucional comienza con el capítulo 1, llamado «Principios y Disposiciones Generales». Dice: «Chile es un Estado social y democrático de derecho. Es plurinacional, intercultural, regional y ecológico». El mismo primer artículo procede agregando: «Se constituye como una república solidaria. Su democracia es inclusiva y paritaria. Reconoce como valores intrínsecos e irrenunciables la dignidad, la libertad, la igualdad sustantiva de los seres humanos y su relación indisoluble con la naturaleza».
Al final. el informe de Armonización solo necesitó de 30 votaciones. Cinco de ellas fueron rechazadas. La primera en llegar al tablero de los convencionales fue la propuesta de orden de capítulos. Dispone de 11 apartados más uno sobre las Normas Transitorias. Esta formación fue aprobada por 115 votos a favor, cero en contra y 33 abstenciones. Las otras 24 votaciones aprobadas también superaron con holgura los 2/3 del Pleno: casi todas superaron los 109 votos a favor.
Entre estas disposiciones se encuentra el debatido quórum de 4/7 para que el actual Congreso modifique, en caso de ser aprobada, la nueva Constitución. Si se requiere hacer modificaciones sustanciales en determinadas materias -régimen político o diseño del Congreso y forma del Estado- se deberán pasar por un referéndum ratificatorio, que solo podría ser evitado si la reforma logra reunir el apoyo de 2/3 en ambas cámaras: el Congreso de las Diputadas y Diputados y la Cámara de las Regiones.
Una de las polémicas de la mañana fue el rechazo del sector conservador al artículo 13, que habla de los emblemas nacionales de Chile. En él se declaran a la bandera, el escudo y el himno nacional como oficiales de la Nación. La explicación es sencilla: el segundo inciso de la norma reconoce también los símbolos y los emblemas de los pueblos y naciones indígenas. Aún así, el cambio de redacción dispuesto por Armonización fue aprobado con 118 votos.
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Pese al buen tranco de la votación, hubo un trago amargo: se cayeron las normas transitorias propuestas por Armonización. Debido a que se votarían en bloque y no norma a norma, fueron rechazadas por convencionales de partidos de izquierda: Frente Amplio (FA), el Colectivo Socialista y Chile Digno. Se hundió con solo 90 votos a favor y provocó honda decepción de constituyentes independientes.
«Traidores», se volvió a escuchar desde las galerías, desde donde asesores miraban expectantes la sucesión de las votaciones. Las razones del rechazo de la centroizquierda se centran en que Armonización realizó ajustes de redacción que no los convencían, de modo que optaron por rechazar. Las disposiciones Transitorias, entonces, quedarán tal como fueron votadas en el Pleno del 14 de junio y llegan al borrador sin armonizar.
Desde el FA se detalla que una norma modificada sobre las autorizaciones de uso de aguas fue un punto central para rechazar. Según se explica, con la norma original se protege «de mejor manera» el uso de agua para los pequeños agricultores.
Tal como quedó la norma, de aprobarse la propuesta de nueva Constitución en el plebiscito de salida, será tarea de los tribunales y de los jueces interpretarla y darle una bajada práctica al consentimiento indígena.
Otro de resultado que sorprendió, aunque sigue la tendencia reciente en torno a las votaciones sobre normas que atañen a los pueblos originarios, fue la votación en contra de la propuesta armonizada sobre la exigencia de consentimiento indígena: con 95 votos, no logró superar la barrera plenaria.
La norma modificada indicaba: «Los pueblos y naciones preexistentes al Estado deberán ser consultados y otorgarán el consentimiento libre, previo e informado en aquellas materias o asuntos que les afecten en sus derechos reconocidos en esta Constitución». Votaron en contra la derecha; Fuad Chahín, Felipe Harboe y Agustín Squella, del Colectivo del Apruebo, y algunos escaños reservados, como la machi Francisca Linconao (mapuche).

Las claves detrás de la objeción están en que la propuesta de fusión de dos artículos en una sola norma limitaba la exigencia del consentimiento indígena solamente a aspectos vinculados con la participación en entidades territoriales. Previo a la votación se discutió y criticó que la norma original era demasiado amplia: podía convertirse en un poder de veto para los pueblos indígenas, al elevar el estándar de la consulta indígena exigido por el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
De este modo, se disipan los temores sobre la potestad que tendrían los pueblos originarios sobre todas las materias del Estado. La coordinadora de Armonización Tammy Pustilnick, explica: «Se encuentra enmarcada dentro del artículo sobre la participación en las entidades territoriales. Eso quiere decir que el consentimiento libre, previo e informado de los pueblos indígenas se aplica respecto del derecho de participación, dentro de un ámbito restringido de aplicación sobre sus derechos territoriales».
Rosa Catrileo, quien es abogada, añade que los límites de la norma sobre consentimiento indígena «está de la mano con lo que indica el tratado de la OIT». Catrileo especifica que este consentimiento se establece en tres casos: el desplazamiento territorial forzado, los ejercicios militares en territorios indígenas y el vertimiento de residuos tóxicos en territorio indígena: «No aplica en ningún otro ámbito», agrega. Lo más claro es que, de aprobarse la propuesta de nueva Constitución en el plebiscito de salida, será tarea de los tribunales y de los jueces interpretar esa norma y darle una bajada práctica.
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«Se debe dejar de hacer uso de las redes institucionales de la Convención, que no se sigan utilizando los recursos públicos y que la Mesa deje de participar en las instancias donde dice tener una autoridad institucional». Eduardo Cretton (UDI), al pedir la disolución inmediata de la CC.
El último día también tuvo polémica. Fue protagonizada por un experto en debates duros: el convencional Eduardo Cretton (UDI). Representando a su sector manifestó que, puesto que hoy se terminaron las votaciones, la Convención debía disolverse hoy mismo y no el próximo 4 de julio, que es para cuando se espera la ceremonia de entrega del texto al Presidente Gabriel Boric: «El artículo 137, inciso tercero de la Constitución indica que el trabajo culmina cuando se realiza la última votación y la interpretación que ha hecho la directiva de manera mañosa es contraria a la normativa vigente», afirmó Cretton.
Sus palabras provocaron abucheos generales del hemiciclo y la galería. Pero el convencional fue aún más específico y añadió: «Se debe dejar de hacer uso de las redes institucionales de la Convención, que no se sigan utilizando los recursos públicos y que la Mesa deje de participar en las instancias donde dice tener una autoridad institucional».
La presidenta, María Elisa Quinteros, respondió sin embargo que la sesión no terminaría hoy. Todos seguirán siendo convencionales hasta el 4 de julio, día en que realmente los protagonistas de este año en el vetusto edificio del centro de Santiago dejen sus títulos políticos.

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Al cierre del Pleno de hoy, Quinteros volvió a tomar la palabra: «Lo logramos. Pese a todo lo que hemos sufrido, las distintas barreras que hemos tenido durante este año. Finalmente hemos ya ido cerrando esta parte del trabajo. Les felicito, porque después de este año arduo, con dificultades, con debates muy prolongados, pero también con muchas jornadas llenas de satisfacción. Hemos cumplido los plazos».
Quinteros agradeció el aporte, la entrega, la alegría, la colaboración de los convencionales para llegar a tiempo con un texto armonizado, situación que de la que -según confesó hoy mismo a Votamos Todos- el vicepresidente adjunto Tomás Laibe tuvo serias dudas. La presidenta afirmó: «Lo hicimos cumpliendo todos los plazos que las chilenas y chilenos nos han dado cuando nos constituimos como órgano. Fue difícil, lo sabemos, muchas veces trabajamos con jornadas extenuantes para ajustarnos al tiempo que teníamos».
“Lo logramos. Pese a todo lo que hemos sufrido, las distintas barreras que hemos tenido durante este año, finalmente hemos ya ido cerrando esta parte del trabajo. Les felicito, porque después de este año arduo, con dificultades, con debates muy prolongados, pero también con muchas jornadas llenas de satisfacción. Hemos cumplido los plazos”
Se le agradeció a la secretaría técnica, encabezada por John Smok -«hashtag Don John», como afirmó Quinteros- y al resto de trabajadores de la Convención. También a los asesores: «Han acompañado el trabajo desde el inicio». Y a los equipos de prensa. Desde la última campanada, la regla del aforo, intensamente defendida por la propia Quinteros, fue ampliamente desbordada: los ánimos no estaban para respetarla en un hemiciclo atestado.
«Terminamos el texto tal como lo empezamos, unidas y unidos”, comentó Manuela Royo junto a sus pares de Movimientos Sociales. Carolina Videla (PC), al abandonar el Pleno de cierre, afirmó: «Aún veo pasar a los compañeros constituyentes y me emociono, porque te das cuenta de que fue casi un año de convivir hasta altas horas de la noche. Todo esto fue un sueño colectivo». Alondra Carrillo (Movimientos Sociales): «Cumplimos con el mandato ciudadano en tiempo y forma. Ahora con muchas ganas de contarle a la gente las buenas noticias». Δ