«Nosotros adoptamos esta Constitución como ley suprema con el fin de: sanar las divisiones del pasado y establecer una sociedad basada en valores democráticos, justicia social y derechos humanos fundamentales» se lee en el preámbulo de la Constitución sudafricana de 1996. La Carta Fundamental alemana de 1949 inicia así: «Consciente de su responsabilidad ante Dios y ante los hombres, animado de la voluntad de servir a la paz del mundo, como miembro con igualdad de derechos de una Europa unida, el pueblo alemán se ha otorgado la presente Ley Fundamental».
Estas frases son sólo ejemplos de las introducciones que dos países establecieron en sus Constituciones. Ahora es el turno de la Convención Constituyente chilena de construir un preámbulo que identifique de dónde viene este proceso histórico y cuáles serán las bases sociales hacia donde se espera avanzar. «Tenemos que escribir nuestro presente y nuestro norte», comentó Adriana Cancino (PS), quien junto a Jorge Abarca (Independiente, Lista del Apruebo), coordinará la Comisión.
«Tenemos la responsabilidad de llegar a una síntesis que le permita a todos los chilenos tener una conciencia clara de quiénes somos y hacia dónde vamos». Jorge Baradit
Para Jorge Baradit, escritor e integrante del grupo de trabajo, este preámbulo será «una herramienta pedagógica» muy importante: «Tiene que dar cuenta no sólo del contexto histórico sino que también de dónde venimos, cuáles son los desafíos de hoy y del futuro. Tenemos la responsabilidad de llegar a una síntesis que le permita a todos los chilenos tener una conciencia clara de quiénes somos y hacia dónde vamos». La perspectiva pluralista es también imprescindible para una de las oradoras más destacadas que ha tenido la Convención, Elisa Loncon (mapuche), quien dice: «Los pueblos originarios tenemos una forma diferente de estructurar la política y aquí eso se debe visibilizar».
Son muchas las visiones sobre el texto que los 17 convencionales de la Comisión deberán escribir en dos semanas, a partir del lunes 17. Ya hay propuestas que diferentes colectivos han enviado a la Mesa Directiva para incorporar como insumos a esta introducción. Algunas, como la encabezada por Ricardo Neumann (UDI), son de tan sólo cuatro párrafos. Otras, como la de los convencionales de Chile Digno, se extienden por más de dos páginas.
Neumann, Constanza Hube, Eduardo Cretton, Rodrigo Álvarez, Marcela Cubillos y otros tres convencionales cercanos o militantes de la UDI presentaron una propuesta de preámbulo que muestra su rechazo a la propia Convención. Comienza reconociendo que «en el ejercicio de su soberanía, la nación chilena ha convocado el presente proceso constituyente». Pero advierte a «generaciones futuras que el proceso del cual surgen las siguientes normas constitucionales ha olvidado el valor de nuestra historia y sus lecciones».
Luego indica textual: «En vez de unir a Chile bajo el justo manto de la igualdad ante la ley, la Convención Constitucional decidió desmembrar nuestra convivencia en añicos territoriales, burocráticos e identitarios, subordinando a prioridades colectivistas los derechos fundamentales de las personas”. El texto termina con: “Dios, la patria y la historia juzgarán si esta fue una oportunidad perdida para darle a Chile un futuro esplendor».
«En vez de unir a Chile bajo el justo manto de la igualdad ante la ley, la Convención Constitucional decidió desmembrar nuestra convivencia en añicos territoriales, burocráticos e identitarios, subordinando a prioridades colectivistas los derechos fundamentales de las personas». Propuesta de preámbulo de convencionales de la UDI.
Para los cuatro convencionales de Renovación Nacional, el sentido del preámbulo debe ser conciso y breve. De hecho, su enunciado contiene sólo un párrafo: «Nosotros, chilenos de los más diversos orígenes personales y culturales, en reconocimiento de dicha diversidad y de la radical igualdad en dignidad y derechos, y en respeto de los Tratados Internacionales vinculantes para nuestro país y con el objeto de continuar construyendo una comunidad respetuosa de la persona, protectora de los frágiles y promotora de la unidad, Adoptamos la siguiente Constitución:».
Lejos de esas sucintas líneas, la propuesta de 15 convencionales de Chile Digno y otros independientes es ambiciosa e innovadora. Fue preparada por los equipos de Paola Grandón y Hernán Velásquez, y fue escrita en primera persona «expresando los más altos ideales y sueños del pueblo chileno desde su diversidad, diferencia, sueños comunes y anhelos más profundos por una sociedad más justa, solidaria, fraterna, libre y humana». El documento señala que la introducción de la Constitución debe ser «amigable y acogedora con todos los lectores, en un lenguaje claro y sencillo, con un estilo de narrador protagonista».
Al leer el texto es fácil recordar esa clásica frase que habla de Chile como un país de poetas: “He emergido de entre vosotros, florecido en medio del proceso constituyente más democrático e igualitario de la historia mundial, pero que sin embargo, para algunos un desierto, un proceso de dudas y desaciertos”. El preámbulo que proponen es un relato que narra la historia y contexto de la CC y, como las cartas, termina con una firma: «estaré aquí por siempre presente, porque… SOY LA CONSTITUCIÓN DE CHILE (nota: las mayúsculas son del texto original)».


Los convencionales de Movimientos Sociales Constituyentes hicieron llegar un texto que resalta la «relación indisoluble del ser humano con la Naturaleza», enfocado en un nivel territorial, científico, promoviendo una economía ética y circular. Entre sus ocho párrafos se resalta: «Los ecosistemas de los territorios del país merecen una especial protección incluyendo su biodiversidad y sus usos ancestrales, lo que implica un deber del Estado de custodiarles».
Otros independientes -como Francisca Arauna, Adriana Ampuero y el FA Daniel Stingo, entre otros- suscribieron una propuesta de preámbulo enfocada en la Naturaleza. Incluyen palabras inclusivas como «humanes» y la perspectiva de los pueblos indígenas, para que «nuestras niñas y niños ya no estén atados a los prejuicios y a la separación». También están el sentido de reencuentro y reconocimiento: «Somos historia, que canaliza nuestras experiencias, tradiciones, dolores y alegrías. Los tiempos de ahora, a partir de la gesta de octubre, nos invitan a reconocernos iguales en la diversidad, a trascendernos, a ser por primera vez conscientes de la hegemonía que nunca fue nuestra. Ahora somos lo que hemos decidido ser«. Δ