«La gran deuda sigue siendo la participación de personas trans y no binarias en el proceso. Nuevamente somos invisibilizades, inclusive dentro de nuestra comunidad». Quien habla es Emilia Schneider (24), candidata trans a la Convención Constitucional. Postulaba por la lista del Frente Amplio y Chile Digno, y no fue electa. Explica que su postulación buscaba que las disidencias tuvieran «la participación democrática que necesitan». Dice sentir satisfacción por los esfuerzos que están haciendo los disidentes que sí fueron elegidos.
Según el Observatorio LesConstituyenteses.cl, que monitoreó el proceso constitucional de las minorías sexuales, 38 candidaturas LGBTIQIA+ buscaron ser parte de la CC. Sólo ocho de los 38 candidatos de esas disidencias fueron electos. Equivalen al 5,2% del total de 155 representantes en la Convención.
Estos constituyentes fueron elegidos con un destacable sentido de descentralización, ya que pertenecen a seis regiones: Metropolitana, Coquimbo, Aysén, Los Ríos, Los Lagos y Bíobio. Son Jennifer Mella (D5), Valentina Miranda (D8), Bessy Gallardo (D8), Pedro Muñoz (D24), Javier Fuchslocher (D21), Gaspar Domínguez (D26), Rodrigo Rojas (D13) y Tomás Laibe (D27). El 28 de junio, día del Orgullo LGBTQI+, formaron la Red de Constituyentes Disidentes, una instancia participativa junto a 29 organizaciones y personas de las disidencias sexoafectivas.
«(La CC) no es un reflejo de la sociedad que habita este país. Hay ausencias en torno a diversos grupos: las personas trans, no binarias, asexuales, arromántiques e intersex».
Según un comunicado oficial del Movimiento por la Diversidad Sexual (MUMS), la Red se instauró con tres ejes: exigir mayor participación vinculante, reivindicar luchas históricas y poner fin a la invisibilización de grupos «sistemáticamente marginados en la toma de decisiones”.
Pedro Muñoz se refiere a la Red como un vínculo que «busca generar un trabajo de participación ciudadana e institucional, a través de las normas reglamentarias que emanen de la convención, como también desde el trabajo temprano con les activistas y organizaciones».
El convencional Gaspar Domínguez afirma: «Es primera vez que en un órgano de representación popular existen personas abiertamente homosexuales, bisexuales o pertenecientes a la comunidad disidente, lo que es un gran avance democrático».

El convencional disidente Pedro Muñoz es uno de los vicepresidentes en la CC. / Crédito: Agencia Uno
Sobre la representatividad, MUMS advierte: «(La CC) no es un reflejo de la sociedad que habita este país. Hay ausencias en torno a diversos grupos: las personas trans, no binarias, asexuales, arromántiques e intersex». MUMS añade a otros grupos no representados por un constituyente, tales como las personas en situación de discapacidad, las personas neurodivergentes y la población migrante.
Algunos convencionales LGBTIQIA+ ostentan cargos de alta notoriedad dentro de la CC. Pedro Muñoz y Rodrigo Rojas fueron electos vicepresidentes de la mesa directiva ampliada y la activista Valentina Miranda ocupa la coordinación de la Comisión de Participación.
«Todos, todas y todes» ha sido sólo una de las formas lingüísticas inclusivas que la mayor parte de los convencionales usa para, precisamente, no excluir a las disidencias del discurso político. Se cuentan también el uso del femenino genérico, que utilizan el vicepresidente Jaime Bassa, Beatriz Sánchez y delegados del Frente Amplio.
“Detrás del lenguaje inclusivo lo que hay son pueblos peleando por ser visibilizados en el discurso”. Simona Mayo, lingüista.
Carolina Franch, antropóloga especializada en estudios de género explica que estas modificaciones a la norma del lenguaje han sido impulsadas desde hace décadas por los movimientos feministas. Ayudan a “no excluir, silenciar o censurar a las corporalidades disidentes y a todes quienes no se quieren asumir como binarios».
Para Franch, el lenguaje inclusivo habilita a grupos no representados en términos simbólicos, políticos y materiales: «Es decir basta a una negación”. Añade que se habla en masculino porque “precisamente lo político y lo público está pensado para el hombre».

Las formas inclusivas del lenguaje no han sido utilizadas por todos los convencionales. Hay quienes mantienen el uso normado de la lengua española, sin el morfema -e o el género neutro. Simona Mayo, mapuche y doctoranda en lingüística de la Universidad de Buenos Aires, explica que el lenguaje inclusivo genera «mucho ruido» entre los sectores tradicionalistas, ya que no está estandarizado por una institución y porque es algo nuevo para la población general.
Mayo afirma que lo más importante del uso de estas formas lingüísticas en la CC es que son un aporte a la representatividad: «Detrás del lenguaje inclusivo lo que hay son pueblos peleando por ser visibilizados en el discurso». La académica repite la gastada y veraz frase de que “el lenguaje crea realidad” y apunta a la idea errada de que la lengua es rígida. Asegura que «si las lenguas no cambian, mueren». Δ