Solo resta un día para que el proceso constituyente -la respuesta institucional al estallido social- culmine con el plebiscito de salida que determinará si la propuesta de nueva Constitución será o no la carta fundamental que regirá al país. En este período, los habitantes de Chile han vivido una campaña que genera la sensación de virulencia y polarización, como no había sucedido en décadas. Sin embargo, los expertos aseguran que en realidad es una percepción infundada más y que, en rigor, es una forma de hacer campaña, con la desinformación y las redes sociales como los factores clave que contribuyen a este ambiente de tensión y presión divisoria.
Los extremos han generado imágenes que buscan provocar y confundir. Por ejemplo, el caso de Víctor Alejandro Merino Cárdenas -quien declaraba en la franja del rechazo haber desistido de denunciar a su agresor “por amor” cuando en realidad también abordó al presunto victimario con un arma blanca-; la vulgar, por decir lo menos, performance de Las indetectables en Valparaíso; y el atropello de huasos con carretas a ciclistas en la Alameda, son algunos ejemplos que han escenificado un ambiente polarizado y violento.

Pero los expertos consultados por Votamos Todos aseguran que esta no es la campaña más polarizada que Chile ha atravesado. Advierten que se busca instalar como estrategia política y que, tanto las redes sociales como los medios de comunicación tradicionales, amplifican este mensaje. En esta mirada resulta fundamental el contenido virulento y de noticias falsas. No es una preocupación local, por cierto, pero la campaña en Chile figura como el último ejemplo a nivel mundial.
Ayer un grupo de congresistas estadounidenses se dirigieron directamente a los CEO de Facebook, Twitter y TikTok, manifestando su preocupación por la desinformación sobre la propuesta de nueva Constitución chilena que sostienen estas plataformas: «A pesar de su comprensión del poder de sus empresas para influir en los principales acontecimientos políticos, nos preocupa mucho que sus empresas no estén tomando medidas suficientes para combatir esta desinformación», acusa el texto dirigido a los magnates Mark Zuckerberg (Meta), Parak Agrawal (Twitter) y Shou Zi Chew (Tik Tok).
El director del proyecto de Demoscopía Electrónica del Espacio Público de la PUCV y el Odómetro, Pedro Santander, explica que es difícil comparar los procesos constitucionales anteriores del país con este, porque el componente digital, que hoy parece ser preponderante, no existía. Santander advierte que, si se habla de aspectos conflictivos, el proceso actual no es un ejemplo, pues todas las otras constituciones –desde 1811 a 1980– son producto de conflictos «sangrientos, que se resolvieron con sangre y fuego y luego vino la Constitución como consagración de la masacre». Agrega que para la Constitución vigente, «se masacró a las personas que querían transformaciones, al pueblo allendista, y luego eso se consagró en la Constitución del 80».
René Jara es coautor del estudio «Redes sociales y campañas electorales en Iberoamérica. Un análisis comparativo de los casos de España, México y Chile», que analiza la influencia del mundo digital en la política actual de estos tres países. Para él estas divisiones son propias de los plebiscitos, que obligan a decidir entre dos opciones. La virulencia que se ha generado tiene que ver más con el desarrollo del proceso constituyente: «La campaña tiene este sesgo de polarización, pero no es más que la que genera cualquier plebiscito», asegura.
Hoy, el papel de las redes sociales y las herramientas digitales en política es clave, pero es un caso aún en estudio y en que las responsabilidades se diluyen. Santander explica que «las fake news se han convertido en una estrategia de campaña político-comunicacional y hay varias que en Occidente que han sido objeto de estudio y asombro». Los clásicos casos de análisis son la llegada al poder de Donald Trump en Estados Unidos, de Jair Bolsonaro en Brasil y el plebiscito de Colombia, enumera el especialista. «Ahora llegó el turno de Chile», sentencia.
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«La ultraderecha la utiliza con predilección, Trump es muy adicto a la fake news y la ocupa tranquilamente como campaña electoral y lo mismo se ve en Chile». Pedro Santander, proyecto de Demoscopía Electrónica de la PUCV
Fundación Multitudes define su trabajo desde la «participación ciudadana y la sociedad civil como eje central para el desarrollo de nuestra democracia». Desde ese papel, han realizado tres estudios sobre a quienes afectan más las mentiras en las campañas, con la misma conclusión: «La desinformación existe y perjudica a la imagen y labor de la dirigencia política; ataca mayoritariamente a mujeres -lo que constituye una nueva forma de violencia de género- y también a los pueblos originarios; y los ataques se basan más bien en temas personales (sexo, disidencia sexual, vestuario, familia, etcétera) que la labor misma que ejercen», dice su directora ejecutiva, Paulina Ibarra.
La experta coincide en la relevancia del factor RRSS pero matiza: «Contribuyen en la medida que son emitidas por actores relevantes y que tengan repercusión en los medios de comunicación». Ibarra explica que los medios actúan como «caja amplificadora», por lo tanto sería necesario «una regulación de los medios, ya que tienen una responsabilidad mucho mayor en la difusión de un determinado mensaje, pudiendo generar, en un determinado momento, este ambiente de polarización».
Es decir, influye desde quién viene el mensaje. Se ha visto una «tendencia habitual en sectores más conservadores, de derecha o que se identifican con el rechazo, donde personajes públicos e incluso parlamentarios han sido promotores de estas noticias falsas», dice Ibarra y complementa: «Ya no son cuentas anónimas o bots, sino que la desinformación la promueven, en algunos casos, representantes políticos con nombre y apellido».
El hecho de que sean personajes políticos contribuye más a la polarización, afirma. Y ejemplifica con el caso de la senadora Ximena Rincón, quien a mitad de la semana citó un twit hecho en 2016 del presidente Gabriel Boric, en que aludía a la letra de una canción de Violeta Parra: «En medio del escándalo por el mal uso de la bandera (por la presentación de Las Indetectables en Valparaíso) criticó un antiguo mensaje del presidente. Se quiso instalar una desinformación a partir de una descontextualización».
«Ya no son cuentas anónimas, o bots, sino que la desinformación la promueven, en algunos casos, representantes políticos con nombre y apellido”. Paulina Ibarra, Fundación Multitudes.
El campo de las redes es amplio y fértil. Según los datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) de este año, en Chile hay 26,3 millones de teléfonos conectados, en una población estimada de 19,23 millones de personas, es decir, que, en promedio, cada ciudadano tiene 1,3 celulares. Con este dato en mano, Ibarra dice: «Es un nicho muy propicio para acceder a noticias falsas y la población es permanente bombardeada de información, por lo que es susceptible a este tipo de mensajes».
Ibarra y Jara consideran que es un fenómeno transversal en las distintas tendencias políticas, aunque coinciden en que el rechazo es el sector que más ha usado de la desinformación en esta campaña. Santander, director del DEEP, argumenta porqué cree que la estrategia del rechazo es más profunda: «A medida que se van sofisticando las herramientas tecno digitales y se va adquiriendo mayor conocimiento del ciberespacio y las campañas políticas en ese ambiente, también se van sofisticando como estrategia de campaña». En ese sentido, afirma que «la ultraderecha la utiliza con predilección. Trump es muy adicto a la fake news y la ocupa tranquilamente como campaña electoral y lo mismo se ve en Chile».
El especialista ejemplifica con las mentiras que se han dicho respecto a la nueva Constitución. Por ejemplo, la presencia de varios estados, una justicia que privilegia a indígenas o que se quitará la segunda vivienda: «Una estrategia ligada a la ultraderecha en todo el mundo, en España con Vox, por ejemplo». El desarrollo global de estas técnicas también ha consolidado algunos argumentos más «vendedores», por ejemplo, las temáticas sobre inmigración, que refieren a la identidad y a los temores de un amplio segmento de la población.
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«Existe el vínculo entre polarización y élites sociales (…) Son las élites las polarizadas y no necesariamente la población». René Jara
¿Cómo creció tanto la influencia de las redes sociales y la difusión de noticias falsas en política? Aunque el fenómeno venía analizándose desde Trump y el Brexit en Inglaterra, Ibarra considera que la pandemia dio el espacio para aumentar esta influencia y cambió la forma de propaganda política por campañas virtuales «con pago de por medio, que facilitan la mayor difusión del mensaje».
En ese sentido, también contribuyen los fondos invertidos por cada opción. Mientras -de acuerdo al último cálculo del Servel- el apruebo consiguió $643.668.502, el rechazo alcanzó $2.220.162.503. En ese contexto, Santander apunta a que uno de los grandes desafíos del mundo progresista es lograr una forma comunicacional efectiva que logre enfrentar la desinformación porque actualmente esto no existe: «Hemos visto que la mentira de la derecha tiene acorralado, gracias a los medios de comunicación tradicionales, al apruebo. Inclusive para quienes ven el desarrollo de la política con ética y para las escuelas de periodismo».
El resultado de mañana no sólo definirá una nueva Constitución. También será un caso más de análisis en el fenómeno global de las redes sociales. René Jara tiene una tesis. Cree que el tipo de polarización que se discute tiene que ver con las élites, porque son las que se expresan y más amplitud logran en estas plataformas. «Por lo tanto, no creo que haya un vínculo directo entre redes sociales y polarización, sino que más bien existe el vínculo entre polarización y élites sociales (…) Son las élites las polarizadas y no necesariamente la población. Eso lo vamos a ver con más claridad a partir del resultado del domingo». Δ